El Grupo de Investigación Bao de Stanford usó circuitos flexibles y sensores de presión para crear la "piel" que puede sentir la fuerza de los objetos estáticos.
Además, fueron capaces de transferir esas señales sensoriales a las células cerebrales de ratones, lo que, según los investigadores, alberga la esperanza de que las personas que usan prótesis puedan un día volver a sentir sensaciones en sus extremidades.
Para crear la piel artificial el ingeniero de Stanford Benjamin Tee y su equipo desarrollaron un circuito especializado con materiales ecológicos y flexibles. Ese circuito traduce la presión estática en señales digitales en función de la fuerza mecánica que se aplique.
Los investigadores señalan, en el artículo en Science, que uno de los grandes desafíos fue crear sensores que pueden "sentir" el mismo nivel de presión que los humanos. El equipo de Stanford utilizó nanotubos de carbón en los sensores con microestructuras piramidales que, según los investigadores, son muy eficaces a la hora de transmitir las señales desde el campo magnético de objetos próximos al electrodo receptor en una forma que maximiza la sensibilidad.
Los investigadores también encontraron problemas a la hora de transmitir la señal desde el sistema de piel artificial a las neuronas del córtex de los ratones.
El desafío radicó en que las proteínas convencionales sensibles a la luz utilizadas en la optogenética (la combinación de métodos genéticos y ópticos para controlar eventos específicos en ciertas células de tejidos vivos) no provocó reacciones neuronales lo suficientemente duraderas como para que se sintiesen las señales digitales. Tee y su equipo desarrollaron nuevas proteínas optogenéticas capaces de respaldar intervalos de estimulación más largos.
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