Loa líderes políticos han aprobado  el primer acuerdo universal de lucha contra el cambio climático. Mientras  ultimaban la adopción de este histórico acuerdo contra el calentamiento global, en las calles de París se concentraron miles de ciudadanos en defensa del medioambiente.

Cerca del Arco de Triunfo, manifestantes unidos por el color rojo en sus prendas, banderolas o paraguas, formaron un cordón humano a ambos lados de la avenida Grande Armée, como símbolo de la línea roja que no se debe traspasar con el clima.

Entre ambas columnas, activistas con rosas y tulipanes rojos, en honor a las víctimas del calentamiento global, desplegaron una larga pancarta con el lema "Paremos el crimen climático".

A pesar de la prohibición de manifestarse, la Prefectura de Policía autorizó varias concentraciones en la capital y movilizó a 2.000 agentes para controlarlas, indicó el prefecto, Michel Cadot. Además, los asistentes tuvieron que pasar los controles de los agentes antes de participar en las mismas.

La desconfianza hacia el documento pactado en Le Bourget para "contener" el la subida de las temperaturas en 2 grados centígrados y "esforzarse" en limitarla a 1,5 grados, era generalizada entre los asistentes.

Paul Rixen, un belga que agitaba un cartel con las palabras "Fracaso de París", consideró que "se ha desaprovechado una cita histórica".

"No es lógico que aparezca una sola mención a los combustibles fósiles cuando son los principales causantes de los gases contaminantes", recalcó Samuel Martín Sosa, responsable de la ONG Ecologistas en Acción. Sosa, consideró que los ciudadanos no deben dejar el clima en manos de los líderes mundiales, sino que ellos mismos han de promover las soluciones.

Una idea que las ONG organizadoras de la protesta habían destacado en su convocatoria."La sociedad civil no ha tenido un hueco en las negociaciones, pero ha participado en los retos medioambientales a través de charlas, propuestas y alternativas", añadió su compañero Luis Rico.

Durante la marcha, los toques de bocina daban paso al clamor de la multitud, que coreaba consignas a favor de la justicia climática, según la cual, los países ricos deben compensar a los pobres por los daños medioambientales que han causado.

Con el rostro pintado de granate en señal de protesta, la activista Véronique Michel denunció la "falsedad" de la Cumbre del Clima, ya que "las compañías más contaminantes se hacen pasar por verdes".

"Hemos traspasado una frontera. Esto ya no solo afecta a los seres humanos, sino también a la naturaleza. Ella puede sobrevivir sin nosotros; nosotros sin ella, no", concluyó Michel, otro de los presentes en el acto.