Aún es verano, aún es agosto y las playas continúan siendo el refugio preferido ante las altas temperaturas y la inminente vuelta al cole. Pero ha habido unas nuevas invitadas, rezagadas en la fiesta estival, que se han estrenado por todo lo alto en la costa de Cádiz.

Son, claro, las medusas gigantes. Nadie se las esperaba, pero ahora están copando las aguas de Zahara, Conil, Sanlúcar, Chiclana o Barbate, entre otras. Sin embargo, no hay nada que temer. Este animal es común en Cádiz.

Se trata de la especie Rhizostoma luteum, un cnidario escifozoo de la familia Rhizostomatidae.​ Fue descrita en 1827 por los franceses Quoy y Gaimard. Es conocida porque puede llegar a pesar 40 kg.​ Lo normal, en cambio, es que mida medio metro de diámetro y pese en torno a los 15 kilos, aseguran los expertos.

Una medusa típica del Atlántico

La medusa gigante es un clásico vecino del Atlántico. Es posible verlas desde por las Islas Británicas y el Canal de la Mancha hasta Sudáfrica. Aunque, en ocasiones, y como ha sucedido este mismo verano, a veces pasa por el Mediterráneo y se atisban en el entorno del mar de Alborán -costa almeriense, granadina y malagueña-.

Es una medusa típica, pero está saltando ahora a los titulares. No porque haya proliferado, sino porque sus dimensiones han causado un gran impacto y la cantidad de bañistas que pasan los veranos en la costa gaditana lo comparten en redes sociales. Sin embargo, su hábitat natural no es la orilla, sino las zonas con una profundidad de entre 5 y 10 metros.

Así, si nos encontramos una, lo mejor sería guiar al animal de vuelta al agua, a la zona más profunda posible, para que retome su camino. De la Rhizostoma luteum se pueden obtener diferentes productos, como colágeno, omega-3 y ácidos grasos. Sus usos son o nutricionales o cosméticos.

Su picadura no es peligrosa

Normalmente, la picadura de la medusa gigante es excepcional. No suele hacerlo, excepto que se la toque por los tentáculos blancos de su parte inferior. De igual modo, su picadura no es peligrosa, y menos dolorosa que la picadura de medusa común.

Por ello, a pesar de su gran tamaño, no hay que confundir a este tipo de medusa con las conocidas como Carabelas Portuguesas, que sí son más peligrosas.

De todos modos, ante cualquier picadura de medusa, el procedimiento es común: salir a la arena en zona seca, lavar la herida con agua marina y eliminar los restos de tentáculos de la piel del afectado con algún objeto. Posteriormente, aplicar frío durante 15 minutos en la zona picada para evitar que el veneno pase al riego sanguíneo.