La primera lluvia de estrellas del verano, las delta acuáridas, tendrán su máximo ritmo alrededor del lunes 30 de julio, pero se verán deslucidas por el brillo de la luna, prácticamente llena. Las estrellas fugaces serán débiles y se requerirá paciencia, cielo bien oscuro y una larga observación para obtener resultados fiables, según la Sociedad de Observadores de Meteoros y Cometas de España.
Las lluvias de estrellas se producen cuando la traza de partículas de polvo y rocas que dejan los cometas en su órbita entran en la atmósfera de la Tierra y se volatilizan produciendo un efecto luminoso: los meteoros. Las delta acuáridas son por tanto una lluvia de meteoros, sucesos que ocurren en la atmósfera a unos cien kilómetros de altura cuando esos fragmentos muy pequeños de polvo se queman a gran velocidad.
Esa combustión es lo que desde la Tierra se ve como un bólido o estrella fugaz, un destello que dura menos de un segundo. En una noche cualquiera se pueden ver varias estrellas fugaces, una, dos o tres a la hora. Sin embargo, hay determinados meses del año en los cuales aumenta considerablemente su número, dando lugar a lo que se conoce como lluvia de estrellas. Cuando se habla de lluvia de estrellas es cuando se pasa de un ritmo de estrella fugaz por hora a uno de estrella fugaz por minuto.
Estos fenómenos se pueden prever con antelación, ya que todos los años la Tierra en su camino alrededor del Sol atraviesa la trayectoria de varios cometas. En este caso, el cometa que origina la lluvia de meteoros de las delta acuáridas es el 96p/Machholz. Aunque el brillo de la luna impedirá la observación, habrá otra y buena oportunidad en agosto, cuando se den las perseidas, la lluvia de estrellas más famosas del verano.
Según el Observatorio Astronómico Nacional el máximo se prevé alrededor del 12 de agosto y la casi coincidencia con la luna nueva, que garantiza un cielo oscuro durante toda la noche, hacen que el 2018 sea un año excelente para observar las llamadas lágrimas de San Lorenzo.
Todo un hito
SpaceX logra atrapar al vuelo el propulsor del Starship por primera vez tras su despegue
En su quinto vuelo de prueba, la compañía lanzó el cohete más grande de la historia y logró recuperar la primera fase del mismo, un hito fundamental en el objetivo de hacer partes reutilizables para futuras misiones.