Los 'mega barcos' son auténticas ciudades flotantes, pueden ser más largos que cuatro campos de fútbol y transportar hasta 18.000 contenedores. Pero estos gigantes del mar consumen cientos de toneladas de combustibles fósiles, emitiendo a la atmósfera gases de efecto invernadero.

"El combustible de estos grandes buques es tremendamente contaminante. Es el fueloil, que emite muchísimas sustancias tóxicas a la atmósfera, pero como lo hace en aguas internacionales, nadie lo controla", declara Paco Segura, coordinador de 'Ecologistas en Acción'.

Las emisiones de los barcos en el mar no están reguladas. Por eso, el crecimiento mundial de este tipo de transporte preocupa a los ecologistas. "El tráfico marítimo es de todo el mundo, nadie se lo imputa ni lo controla, por eso está desbocado", añade Segura.

El aire del norte de Europa, del Báltico y del mar del norte, apenas está contaminado por partículas tóxicas, ya que han prohibido el paso de los barcos más contaminantes. Sin embargo, en la zona del Estrecho y en Italia, la presencia de las partículas que salen de las calderas de los barcos llega hasta un preocupante 20%.

La contaminación también afecta a los océanos. Según un biólogo de 'Faunia', "el dióxido de azufre y el aumento de las concentraciones de hidrocarburos acaban produciendo que muchas especies perezcan".

Sin embargo, para los ingenieros navales, los 'mega barcos' son la forma más ecológica y eficiente de transporte. "En un barco más pequeño el consumo que se produce por tonelada transportada es mayor. Al final resulta más ecológico utilizar buques más grandes", explica Javier Llompart, director del Colegio Oficial de Ingenieros Navales.

La presencia de grandes barcos también podría ser habitual en el Ártico. El deshielo por causa del calentamiento global ha permitido que por primera vez, un crucero de lujo atraviese el Ártico desde Alaska hasta Nueva york.