La NASA no tenía previsto que el Apolo 11 alunizase. Era el Apolo 12 el que estaba destinado a ello. Pero desde Cabo Kennedy les dijeron: "si lo veis bien, hacedlo...". Y lo hicieron.

Había que poner un pie en la Luna, pero también se hizo por casualidad. Buzz Aldrin quería ser el primero, pero Neil Armstrong estaba al lado de la escotilla y el módulo era tan estrecho que Aldrin no pudo pasar. Armstrong acabó llevándose el gran honor.

Si observan la Luna con un buen telescopio no busquen la bandera de EEUU. La emoción les llevó a clavarla demasiado cerca del módulo. Cuando regresaron a la Tierra, la energía del despegue la desintegró.

Nixon tenía preparado un plan secreto por si ocurría lo peor: un discurso ensalzando a los astronautas que vio la luz pública tres décadas después del viaje.

La vuelta a la Tierra era extremadamente compleja y de haber salido mal, se habrían visto abocados a abandonar a los astronautas en la Luna.

Otro de los 'por si acasos' que no llegó a suceder fue el protocolo de cuarentena. La NASA temía que los astronautas trajesen algún patógeno peligroso de la Luna. Aunque de haber existido hubiese dado igual porque lo primero que hicieron fue abrir la escotilla del módulo y tirarles unos trajes aislantes para que se los pusieran.

Está claro que patógenos peligrosos no había. Ha pasado medio siglo... y aquí seguimos.