Agua del Ártico, eso es lo que comercializa la empresa Svalbardi Water y lo hace a un precio de lujo: la botella de 750 mililitros vale 70 euros. Jamal Qureshi, su responsable, afirma en el vídeo promocional que sacan "cuidadosamente" los iceberg "que han estado allí conservados desde hace 4.000 años".

Al año sacarán 30 toneladas, sólo pretenden vender, dicen, 26.000 botellas al año. Ellos aseguran que no dejan huella de carbono. Algo que dudan desde Greenpeace. "Resulta que su actividad sí que afecta directamente al oso polar. Su actividad produce dióxido de carbono, este dióxido produce cambio climático y el cambio climático hace que haya menos hielo en el Ártico", explica Julio Barea, responsable de campañas de Greenpeace España.

Les preocupa que esto abra la veda a que otras empresas puedan también explotar esta zona que tendría que estar especialmente protegida. Aunque de momento según los glaciólogos el impacto será casi inapreciable. Francisco Navarro, glaciólogo profesor de la Politécnica de Madrid, destaca que "necesitan 35 metros cúbicos y cada año los glaciares tiran al mar 7.000 millones. Son cantidades insignificantes".

Los ecologistas denuncian, además, que no es ético vender agua a precio de lujo cuando en el mundo 663 millones de personas no tienen acceso a agua potable.