El primer fármaco nefroprotector del mundo ha sido descubierto y desarrollado gracias a Alberto Tejedor, investigador del Gregorio Marañón. Él tenía un sueño en el que llevaba trabajando más de dos décadas: salvar del fracaso renal a sus futuros pacientes.

Pero el coronavirus se interpuso en su camino. La pandemia le impidió ver ese sueño cumplido, pero su equipo ha cogido el testigo de su legado: la filastatina.

"Es el primer fármaco que protege el riñón. Lo que va hacer es proteger a los mismos del ataque tóxico de otros fármacos que tenemos que tomar para tratar otras patologías como por ejemplo quimioterápicos, antibióticos...", nos cuenta Alberto Lázaro, investigador del Hospital Gregorio Marañón.

Un escudo en forma de ciencia que protege nuestro cuerpo de los tóxicos sin interferir en la eficacia de los tratamientos, sobre todo en los pacientes que más lo necesitan: pacientes oncológicos, la gente con infecciones, gente que va a hacerse una prueba de imagen cardiaca...

Como asegura Alberto Lázaro, "este fármaco va a ayudar a estos pacientes a que su órgano esté más protegido y podamos tratar de forma más eficiente su enfermedad". El ensayo clínico en fase dos realizado en nuestro país puede ser una esperanza clave para miles de personas en el mundo, pero los investigadores se han topado con una traba: falta de dinero.

Por este ejemplo y por muchos otros, es indispensable que colaboremos todos y que la ciencia reciba el apoyo que se merece. Buscamos que el PIB para la investigación sea del 2%, la media europea.

Para ello, ya contamos con más de 600.000 firmas con un único fin: que los sueños de nuestros científicos no se queden en el aire por falta de presupuesto.