"Es una de las principales fuentes de gases de efecto invernadero y la principal causa de la pérdida de bosques", asegura Eva Hernández, responsable de Agricultura de 'WWF España'. Selvas y bosques arden cada día emitiendo CO2 para dejar el terreno libre al monocultivo.

La producción de soja en el Amazonas o el cultivo de palma en Indonesia para obtener aceite están arrasando las selvas del mundo. Los ecologistas denuncian que las empresas de agricultura intensiva consumen un gran volumen de recursos para mantener sus producciones: agua, energía y, sobre todo, agroquímicos.

"El 40% de la producción de fertilizantes del planeta está en manos de una empresa, el 50% de la producción de pesticidas está en manos de cuatro, el 35% de la producción de semillas está en manos de una sola empresa que al mismo tiempo es productora de pesticidas", denuncia Eva Hernández.

Esta concentración de la producción de alimentos también se refleja en la distribución de la comida. Se produce mucho a costa de la naturaleza, pero para muy pocos. "Con los alimentos que producimos en la actualidad tenemos más que suficiente para alimentar a 9.000 millones de personas y para terminar con la pobreza", asegura el director de Conservación de 'WWF España', Enrique Segovia.

En España, WWF asegura que la agricultura industrial ilegal está detrás de la sequía de los acuíferos de Doñana. En total, podría haber más de 1.700 balsas de riego, que reducen la biodiversidad, de un entorno natural único.