Investigadores del Hospital del Mar de Barcelona han conseguido identificar el momento concreto en el que el cerebro del paciente deja de sentir dolor durante la anestesia.
Gracias a las imágenes de resonancia magnética, los investigadores han podido determinar qué áreas del cerebro reaccionan al dolor y cuándo dejan de estar activadas durante la sedación profunda. El descubrimiento, que publica la revista 'British Journal of Anesthesia', puede permitir a los anestesiólogos avanzar en la individualización de las dosis de fármacos anestésicos y analgésicos en este tipo de intervención.
El médico adjunto del Servicio de Anestesiología del Hospital del Mar, Juan L. Fernández Candil, ha explicado que la investigación se ha hecho aplicando un estímulo doloroso a voluntarios inconscientes que recibían diferentes dosis de analgésicos mientras se les monitorizaba y controlaban las áreas del cerebro que se activaban.
Hasta ahora, según el médico, no hay herramientas suficientes para determinar cuándo el cerebro deja de ser consciente del estímulo doloroso y por eso los investigadores han analizado con imágenes de resonancia magnética qué áreas del cerebro reaccionan ante el dolor durante la sedación profunda y cómo el incremento de la dosis de analgésico hace que dejen de reaccionar.
El trabajo es la segunda parte de un estudio publicado en 2021 y en el que el propio equipo de investigadores determinó el momento exacto de la pérdida de la conciencia durante la anestesia.
Detalles de la investigación
Para llevar a cabo la investigación han contado con la colaboración de 26 voluntarios sanos a los que sometieron a una profunda sedación controlada que simulaba la que se lleva a cabo en diferentes intervenciones, mientras se les sometía a un estímulo doloroso presionando la uña de un dedo de la mano. Todo el proceso se monitorizaba con imágenes de resonancia magnética.
Los investigadores administraron a los voluntarios una dosis del anestésico propofol para mantenerlos inconscientes y remifentanil, un derivado de la morfina muy potente de uso común en anestesia, pero en este caso se aumentó la dosis de forma paulatina.
De esta forma, pudieron ver qué áreas del cerebro se activaban ante el estímulo de dolor y cuándo dejaban de estar activas por efecto del fármaco. Así, comprobaron que, a dosis bajas de remifentanil, las áreas del cerebro que representaban la zona donde se aplicaba el estímulo y las que impulsan al individuo a despertarse, se activaban; que a dosis medias sólo lo hacían estas últimas; y a dosis altas, el cerebro dejaba de percibir dolor.
Según Fernández Candil, esto ocurre porque "el dolor no sólo es sufrido en la zona del cerebro que se corresponde con el área anatómica estimulada sino que tiene un componente de estrés biológico que activa otras zonas del cerebro y genera una respuesta orgánica, en forma de hormonas y neurotransmisores".
El anestesista ha destacado que controlar el dolor percibido durante los procedimientos quirúrgicos es básico, puesto que puede generar una respuesta fisiológica que puede provocar problemas graves en los pacientes.
"Y en los casos de sedación por pruebas como una colonoscopia, en los que la persona no está conectada a un respirador y respira por sí misma, es importante determinar la dosis adecuada de fármacos", según Fernández Candil.
"La monitorización del dolor que perciben los pacientes durante los miles de procedimientos bajo sedación profunda que hacemos todos los días fuera de los quirófanos está lejos de ser la ideal y con este trabajo intentamos arrojar luz a un campo que todavía se encuentra en fase de mejora", ha admitido el especialista, que reconoce que administran "fármacos anestésicos muy potentes que pueden tener efectos adversos si no se dosifican de forma correcta".
El responsable de la Unidad de Investigación en Resonancia Magnética del Hospital del Mar, Jesús Pujol, ha apuntado que "en la práctica habitual de la anestesia, el dolor se elimina eficazmente, pero este estudio nos enseña que pueden ajustarse aún mejor las dosis de los fármacos si queremos eliminar también otros elementos del estrés que el cerebro sufre más allá del dolor estrictamente".
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