El cálculo fue realizado por científicos de la Institución Oceanográfica de Woods Hole en Massachusetts, luego de un novedoso experimento hecho con un tipo de mineral presente en la parte superior del manto.

"La mayor consecuencia es que, si el manto está más caliente, entonces puede fluir más fácilmente. Eso ayuda a las placas tectónicas a moverse", agregó Emily Sarafian, una de las investigadoras.

Realizar este tipo de valoraciones no es fácil: para conocer la temperatura potencial del manto, los científicos deben analizar la lava que emerge de las dorsales medioocéanicas, es decir, de las elevaciones submarinas ubicadas en los límites entre placas tectónicas.

Sin embargo, la parte superior del manto está compuesta en su mayoría por peridotitas, un tipo de roca muy sensible a la presencia de pequeñas cantidades de hidrógeno, lo que dificulta precisar la temperatura a la que se funde.

Entonces, para realizar estos experimentos, es necesario situar esa lava bajo la misma presión, temperatura y contenido de agua a la que las rocas comienzan a fundirse.

Los investigadores que elaboraron este estudio tuvieron que recrear condiciones de alta presión y temperatura y utilizar una roca sintética con la misma composición del manto.

Para la investigadora, "sería importante" continuar este trabajo y "variar la cantidad del contenido de agua", para saber cómo el agua influye en la forma en la que el manto se funde.