Si un maremoto llegara a la bahía de Cádiz, gran parte de la capital quedaría inundada. No es ciencia ficción, sino la simulación de un tsunami similar al que se vivió en 1755. Este maremoto llegó a magnitud 9 y arrasó Cádiz y Huelva. En total se registraron 1.240 muertos en una costa donde vivía muchísima menos gente que ahora. Fue el más grave, pero desde entonces se han registrado más de una docena.
Para luchar contra estas catástrofes, España ya ha estrenado el primer plan de alerta ante maremotos. El objetivo: avisar en el menor tiempo posible a la población para evacuar antes de que el tsunami llegue a tierra. Porque desde que se produce hasta que choca contra la costa pasa aproximadamente una hora. Pero se tardan diez minutos en detectarlo y otros siete minutos en calcular dónde impactará y lo que inundará.
A ello hay que restar otros 13 minutos, lo que tardan en avisar a las autoridades. Así que, en realidad, solo tenemos media hora para evacuar y ponernos a salvo antes de que llegue la ola. Hay tres zonas de riesgo: la más peligrosa comprende las costas de Huelva, el oeste de Cádiz y Canarias. La zona de riesgo intermedio es la mediterránea y Galicia. El cantábrico es el área menos peligrosa.
Teniendo en cuenta los datos anteriormente mencionados, el plan que se ha presentado establece quién debe detectar el terremoto, quién debe calcular las zonas a evacuar y cómo se lanzará la alerta. Será a través de un documento en el que señalarán las áreas de riesgo por colores: verde, amarillo y rojo. "Permite avisar de la inminencia de este tipo de emergencias a las autoridades de protección civil", ha explicado el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.
Sin embargo, en esta ley aún falta mucho por hacer. Ahora, las Comunidades Autónomas deben hacer mapas de las zonas inundables, instalar altavoces para alertar a la población, señalizar las rutas de evacuación o establecer puntos seguros de encuentro. "Ha tardado demasiado tiempo en llegar y le deben seguir otros pasos, como los planes autonómicos y los locales", ha apuntado Jorge Macías, profesor de la Universidad de Málaga y miembro de EDANYA. En caso de maremoto, hay dos opciones: alejarse de la costa o subir a edificios altos y resistentes.