El diagnóstico del cáncer de mama ha dejado de ser en las últimas décadas una sentencia de muerte. Ocho de cada diez personas que lo padecen logran curarse gracias a los avances para tratarlo. Los fármacos inhibidores del ciclo celular son algunos de esos avances: se utilizan para tratar el cáncer hormonal, el más frecuente de los mamarios.

Son más eficaces y permiten evitar la radio y la quimioterapia. "Es un tratamiento que se puede dar por vía oral. En este caso es poco tóxico y combina una gran eficacia con una mejora en la calidad de vida de las pacientes, que tienen que venir menos al hospital y se sienten mejor en su día a día", explica Miguel Ángel Quintela, jefe de la Unidad de Investigación Clínica del cáncer de mama del CNIO.

En laboratorios como el del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, un equipo de diez profesionales trabaja en el desarrollo de terapias para el cáncer de mama. Su gran reto es encontrar un tratamiento para frenar las metástasis, responsable de más del 90% de las muertes por esta enfermedad.

"Hemos apostado por contratar grupos nuevos que estudien la metástasis con el fin de que en el futuro pueda haber fármacos que sean capaces de bloquear la metástasis o de ayudarnos a entender qué pacientes tienen el riesgo de tener metástasis", detalla María Blasco, directora del CNIO. Para diagnosticar a tiempo el cáncer de mama es fundamental trabajar en la detección precoz a través del estudio del genoma.

"Hoy por hoy se conocen hasta 15 genes que permiten saber si el riesgo de la paciente está aumentado con respecto al estándar, aquellos cánceres que tienen un patrón hereditario", precisa Quintela. Cada año en España se diagnostican alrededor de 33.000 casos. La esperanza de vida de las mujeres que padecen cáncer metastásico se ha triplicado gracias a la investigación.

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