Descubrir algunas de las mayores incógnitas del universo a partir del estudio de sus partículas más pequeñas es el objetivo del acelerador de partículas más grande del mundo. Un proyecto europeo que quiere ir más allá de la teoría básica de la física.

"Son misterios cada vez más esenciales de la naturaleza que nuestra teoría no es capaz de resolver", afirma Alberto Casas, profesor de investigación del Instituto de Física Teórica. Quizá esta máquina sí lo consiga.

El proyecto, todavía en su fase inicial, será un tubo de 100 kilómetros de perímetro enterrado en la frontera entre Suiza y Francia. Sustituye al actual acelerador de partículas de sólo 24 kilómetros que descubrió en 2012 la partícula más pequeña hasta la fecha, el Bosón de Higg.

Con estos experimentos, una gran variedad de avances tecnológicos y sociales. "Quizá el más impresionante de todos fue lo que todo el mundo llama Internet, la diseñaron los científicos para comunicarse entre ellos, lo pusieron al servicio de toda la sociedad y ahora ha sido una revolución social y económica", añade Casas.

El actual acelerador de partículas se queda pequeño

El problema es que este acelerador de partículas se les ha quedado, literalmente, pequeño. "El acelerador de ahora llega hasta una energía determinada, queremos tener más energía para ver si descubrimos partículas que tengan más masa", apunta Carlos Lacasta, científico del Comité Europeo para Futuros Aceleradores.

Los críticos del anterior acelerador de partículas predijeron la posibilidad de que la máquina crease un agujero negro que engullese el mundo. "Tenemos pruebas empíricas de que no puede pasar nada", subraya Casas.

El proyecto se prevé que empiece a funcionar a partir de 2040. Hasta entonces, seguirá siendo nuestra imaginación la que llene los huecos desconocidos de la naturaleza y del universo.