Una revolución ha comenzado en Siberia, dos científicos rusos quieren recaudar 800.000 euros para transmitir energía a distancia. "Debería ser una de las prioridades de los gobiernos, financiar este tipo de iniciativas, aunque solo sea para ver si funcionan".
Su idea es llevar energía a las dos mil millones de personas que según Greenpeace carecen de electricidad en todo el mundo. "No es una cuestión de que la tecnología no lo permita, es una cuestión de voluntad política" dice Greenpeace.
Para ello han desempolvado un invento del principios del siglo pasado: la torre que Nicola Tesla imaginó para enviar engernía por electromagnetismo. Ya se construyó, pero acabó incendiada porque las bobinas no fueron capaces de asimilar tanta energía. Ahora, dice la ciencia, los materiales son mejores.
Con el sol que llega al sahara en una hora se puede generar energía para todo el planeta en un año. Por eso, el desierto sería el lugar ideal para una torre que funciona así. Las placas solares mandan la energía a la torre emisora, que la transforma en ondas electromagnéticas y las proyecta a la ionosfera. En otra parte del mundo, una torre receptora capta esas ondas y las transforma en energía otra vez.
Pero si los coches o ciertas estaciones de servicio tuvieran ese diseño podrían recibir la energía y los coches cargarían directamente. Si este proyecto sale adelante, un futuro ideal podría ser instalar antenas en el espacio, donde la luz solar es continua. Pero para eso, el primer paso es hacer que la Torre de Tesla deje de ser un proyecto para ser una realidad.
Hasta amenazas de muerte
El precio de divulgar ciencia: amenazas, insultos y acoso, un problema que afecta especialmente a las mujeres
Un arma de doble filo Aunque muchos científicos logran acercar el conocimiento al público, cerca del 50% enfrentan insultos, amenazas e intimidaciones. Esta problemática afecta aún más a las mujeres, quienes constituyen el 57% de las principales víctimas de acoso en este ámbito.