230.000 embriones congelados se acumulan en clínicas de toda España. Fueron creados para procesos de fecundación, pero nunca llegaron a usarse. Los padres son quienes deciden qué hacer con ellos, pero son los centros de reproducción los que tienen que conservarlos y mantenerlos.

"El nitrógeno líquido es el coste principal. Unos 3.000 o 4.000 euros al mes. Conforme vamos teniendo más números de embriones tenemos que comprar más recipientes criogénicos", comenta Rocío Núñez, subdirectoria Clínica Tambre.

La ley de 2006 permite darles otros usos. Podrían ser adoptados por otra pareja, pero para eso, la madre donante tendría que tener menos de 35 años. "La edad media de las mujeres que acuden a centros de reproducción españoles está entre 37 y 38 años", añade Isidro Bruna, Miembro directivo Sociedad Española de Fertilidad.

También pueden destinarlos a la ciencia, aunque la falta de financiación frena muchos proyectos y no hay suficientes investigaciones: "Con un solo embrión se pueden realizar muchas investigaciones, por tanto es una salida más teórica que real y que práctica"" asegura Bruna.

La tercera opción, la menos popular, sería descongelar los embriones y destruirlos. Para las asociaciones privadas, esto sería equiparable al aborto. "Esto sería provocar directamente la muerte, una pérdida de la consciencia de lo que es el respeto y a la dignidad del ser humano desde la primera fase de su existencia", comenta Alicia Latorre, presidenta Federación Española Asociación Provida.

Desde Sociedad Española de Fertilidad apuntan a que una solución podría ser congelar los óvulo y espermatozoides antes de fecundación, para evitar un problema ético en el futuro.