Los videojuegos y sus aficionados, los 'gamers', celebran este miércoles su día mundial convertidos en la industria cultural más grande de todas. España se ha convertido en cuarto país europeo en gasto y noveno en creación de videojuegos. La facturación del sector, 1.359 millones de euros en 2017, dobla a la suma del cine y la música y acumula 15,8 millones de jugadores habituales.

"Hay gente que no es consciente de que es jugadora de videojuegos. La mujer que juega al 'Candy Crush' en el metro también lo es", apunta Javier Rodríguez, miembro de la junta directiva de DEV, la asociación de desarrolladores españoles: en este país "se juega y mucho".

Muchos profesionales del sector afirman que además de ser una forma de ocio como los e-sports, los videojuegos tienen un gran potencial artístico y cultural, capaz de emocionar de forma distinta a la que es capaz de llegar una película o libro.

Un ejemplo es 'That Dragon, Cancer', un videojuego de 2016 basado en hechos reales, y en el que el jugador se pone en la piel de unos padres cuyo hijo de doce meses ha sido diagnosticado con cáncer terminal, y muestra los cuatro años en los que estuvo recibiendo quimioterapia y cuidados paliativos.