La investigación está realizada por científicos del Instituto de Medicina Evolutiva de la Universidad de Zurich (Suiza) y la Escuela de Medicina de Adelaida (Australia) que han analizado datos de 178 países.
El profesor Maciej Henneberg, autor principal del estudio, asegura, además, que "esta relación es independiente de los ingresos, los niveles de urbanización y la edad".
El grupo de investigadores descubrió que no solo el tamaño del núcleo familiar, es decir, padres e hijos, sino también el tamaño del hogar, incluidos los miembros de la familia extendida, parecen tener un efecto protector contra el cáncer.
El estudio sugiere que el tamaño de la familia, según lo determinado por el número de hijos de una madre durante su vida, y el tamaño del hogar tienen una fuerte correlación negativa con la incidencia de todos los tipos de cáncer, independientemente de la edad de la persona.
Cuanto más grande es la familia, menos frecuentemente ocurren ciertos tipos de cáncer, incluidos los cánceres de cerebro, vejiga, pulmón, estómago, mama, ovario colorrectal y cervical, así como el melanoma. Los efectos protectores del tamaño de la familia son más fuertes para los hombres que para las mujeres.
Se sabía anteriormente que los cánceres específicos de la mujer, como el cáncer de mama o el ovario, dependen de la cantidad de embarazos: cuanto más embarazos haya tenido una mujer, menos probabilidades tiene de desarrollar cáncer.
Sorprendentemente, este nuevo estudio muestra que los efectos protectores del tamaño de la familia en la incidencia de cáncer fueron aún mayores entre los hombres que entre las mujeres y hay una gran cantidad de cánceres no relacionados con la reproducción.
El hecho de que el riesgo de cáncer entre los hombres depende de la fertilidad de sus parejas y del tamaño del hogar puede parecer sorprendente pero tiene una explicación: la vida familiar, aunque en cierto modo puede ser estresante, crea un ambiente emocional especial que puede tener un efecto positivo en la resistencia general a las enfermedades y, por lo tanto, también protege a los familiares de desarrollar cáncer.
Los seres humanos se han adaptado a vivir en estructuras familiares clásicas, es decir, dos padres e hijos, durante unos cuatro millones de años. La práctica de la paternidad colaborativa, donde tanto el padre como la madre participan en el cuidado infantil, ha sido uno de los primeros rasgos específicamente humanos en evolucionar.
El estudio ahora sugiere que los miembros de la familia que se apoyan entre sí para mantener un estilo de vida saludable también pueden brindar protección contra el cáncer.