Infectar intencionadamente a personas con coronavirus. Es lo que 150 científicos, entre ellos 15 premios Nobel, piden al director de Salud Pública de EEUU: quieren que se permitan los contagios intencionados de voluntarios sanos para acelerar el desarrollo de la vacuna.
Argumentan que, "si el contagio intencionado puede acelerar de manera segura y efectiva el desarrollo de una vacuna, existe un buen motivo para usarlo, que requeriría un motivo ético muy potente para desecharlo".
Dicha práctica consiste en inyectar a los voluntarios la candidata a vacuna que se quiere probar. Pasadas unas horas, se les rocía la nariz con el virus con la intención de que se contagien.
Después, a la persona "hay que tenerla aislada durante un tiempo", por lo que "estos ensayos podrían hacerse, como mucho, en cientos de personas, pero no en miles", según explica Isabel Sola, codirectora del laboratorio de coronavirus del CSIC.
Ninguna de las vacunas contra el coronavirus que se están desarrollando actualmente están utilizando los contagios intencionados. Sí se han usado con otras en el pasado, como la del cólera o la fiebre tifoidea, pero esta técnica dejó de emplearse hace años por considerar que es muy peligrosa.
Por este motivo, los requisitos para participar es que los voluntarios sean jóvenes, sanos y conozcan plenamente lo que se va a hacer con ellos. A cambio de asumir los riesgos, se les prometerecibir el mejor tratamiento en caso de enfermar y se les garantiza una cama de hospital si llegan a necesitarla.
Diferentes opiniones sobre las implicaciones éticas
Más de 30.000 personas se han ofrecido ya a ser contagiadas. Sin embargo, más allá del procedimiento científico, esta cuestión plantea un debate ético: ¿justifica la pandemia que la ciencia tome este posible atajo?
Es excesivamente arriesgado, porque no tenemos cura"
En mayo, la OMS afirmaba al respecto que "existe consenso entre los expertos en ética, que han reflexionado sobre el tema y consideran que la infección intencional puede ser éticamente aceptable bajo ciertas condiciones". No obstante, Sola opina que es "excesivamente arriesgado, precisamente porque no tenemos una cura frente a este virus".
En este mismo sentido se pronuncia el profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública José Martínez Olmos, que advierte de que "en el ámbito de la Biomedicina puede estar saltándose alguno de los criterios que actualmente se mantiene para hacer posible la investigación biomédica".