🌍 Día contra el Cambio Climático

Cómo la paleoclimatología mide la temperatura en la prehistoria para pronosticar el futuro de la Tierra

Entre líneas Esta disciplina científica permite mirar más allá de los registros modernos para entender cómo ha cambiado la Tierra y anticipar, así, los cambios futuros del planeta.

Icebergs de GroenlandiaIcebergs de GroenlandiaPexels

Cada década, los registros climáticos confirman que la temperatura media global continúa aumentando. Según el Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S) de la Unión Europea, 2024 fue el año más cálido jamás registrado, con una temperatura media mundial 1,48 °C por encima del promedio preindustrial (1850-1900).

Pero para comprender realmente la magnitud de este fenómeno, los científicos necesitan mirar mucho más atrás, a los siglos e incluso milenios previos a cualquier registro termométrico.

Ahí entra en juego una disciplina fundamental: la paleoclimatología, pero ¿qué es exactamente la paleoclimatología y cómo funciona?

¿Qué es la paleoclimatología y por qué es relevante?

La paleoclimatología es la ciencia que estudia las condiciones climáticas del pasado de la Tierra, en épocas en las que no existían registros meteorológicos ni instrumentos para medir la temperatura, la precipitación o el viento.

Su objetivo es reconstruir cómo ha variado el clima a lo largo de miles o millones de años para comprender los patrones naturales de cambio y compararlos con los actuales.

Para lograrlo, los investigadores utilizan datos indirectos conocidos como proxies, que conservan señales físicas, químicas o biológicas del entorno antiguo. Entre los más utilizados figuran:

  • Los núcleos de hielo extraídos de la Antártida y Groenlandia
  • Los sedimentos marinos y lacustres
  • Los anillos de crecimiento de los árboles
  • Las estalagmitas y estalactitas en cuevas.

Estos archivos naturales permiten estimar temperaturas, concentraciones de gases atmosféricos, niveles del mar o precipitaciones en el pasado con notable precisión.

Cómo se reconstruyen las temperaturas pasadas

Los paleoclimatólogos combinan distintos proxies y los comparan con mediciones modernas para establecer una escala de referencia.

Los núcleos de hielo de regiones polares contienen burbujas de aire atrapadas que reflejan la composición de la atmósfera y las variaciones térmicas del pasado.

Del mismo modo, los sedimentos marinos guardan restos microscópicos de organismos cuya composición química varía según la temperatura del agua.

Al calibrar estos registros naturales con los datos instrumentales de los últimos siglos, los científicos pueden calcular la temperatura media de la Tierra en diferentes periodos históricos y observar cómo ha cambiado el clima a lo largo del tiempo.

Este conocimiento permite entender la magnitud y la velocidad del calentamiento actual dentro del contexto de la historia climática del planeta.

Qué nos dicen esos datos antiguos sobre el clima

Las reconstrucciones paleoclimáticas muestran que la Tierra ha experimentado grandes variaciones térmicas naturales a lo largo de su historia geológica: glaciaciones profundas, periodos interglaciares más cálidos, y fluctuaciones dentro de escalas de decenas a cientos de miles de años.

Estos datos permiten poner en contexto los cambios actuales: por ejemplo, saber cuánto más fría o caliente era el planeta hace miles de años, sin influencia humana directa.

Comparar esas estimaciones con las observaciones instrumentales actuales revela que el calentamiento observado desde mediados del siglo XIX supera con creces muchas variaciones naturales recientes.

Esto refuerza la idea de que la tendencia al alza de temperatura no se explica solo por procesos naturales, sino por la combinación con emisiones humanas de gases de efecto invernadero.

Implicaciones para comprender el cambio climático

Gracias a la paleoclimatología, los científicos pueden evaluar qué tanto era normal un cambio de temperatura antes de la era industrial y qué tan acelerado es el cambio actual.

Al tener un marco de referencia de variaciones naturales, se puede distinguir entre fluctuaciones históricas y alteraciones recientes inducidas por la acción humana.

Además, estos estudios sirven para validar modelos climáticos. Las proyecciones futuras se basan en cómo respondía el clima en el pasado ante cambios en radiación solar, distribución continental u otros forzamientos naturales. Si los modelos coinciden con los datos paleoclimáticos, se gana credibilidad para las predicciones del clima en las próximas décadas.

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