Excepto el ser humano, la lista está formada por odontoceli, un suborden de los cetáceos que tiene dientes, y las cuatro especies son: la ballena beluga, la narval, la orca y el calderón tropical, indica el estudio que publica Scientific Reports.

Los científicos siempre se han preguntado por qué la evolución de unas pocas especies ha llevado a que sus hembras tengan la menopausia.

Los firmantes del estudio, de la universidad británica de Exeter, la canadiense de York y el estadounidense 'Centro de investigación de ballenas', sugieren que la menopausia ha evolucionado de manera independiente en tres de las especies de cetáceos, mientras que en las beluga y las narval puede derivar de un ancestro común.

Para que la menopausia tenga sentido en términos evolutivos, "una especie necesita, tanto una razón para dejar de reproducirse, como otra para seguir viviendo después", indicó Sam Ellis de la Universidad de Exeter en un comunicado.

En el caso de las orcas, el motivo para dejar de reproducirse es que, tanto el macho como la hembra, permanecen con sus madres toda la vida, por eso, a medida que la hembra crece el grupo esta, cada vez más, formado por sus hijos y nietos.

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Este aumento del grado de parentesco supone que si la hembra sigue tiendo crías, estas competirían con ella por los recursos, explica la nota.

La existencia de la menopausia en la orcas está documentada por 40 años de estudios, pero no es así con las belugas y los narvales, aunque el estudio usa datos de ballenas muertas de 16 especies en la que se encontraron ovarios durmientes en el caso de esas dos.

Los expertos consideran, basándose en sus descubrimientos, que belugas y narvales tienen estructuras sociales por las que las hembras, como en el caso de las orcas, acabarían viviendo con parientes cada vez más cercanos según envejecen.

Las investigaciones también sugieren que ese era el caso para nuestros antecesores, combinado con los beneficios que las mujeres ancianas suponían para el grupo social, lo que "puede explicar por qué evolucionó la menopausia".

Aunque individuos de muchas especies pueden dejar de reproducirse con los años, los investigadores han buscado evidencias de "un estrategia evolutiva" excepto el ser humano, la lista está formada por 'odontoceli', un suborden de los cetáceos que tiene dientes, y las cuatro especies son: la ballena beluga, la narval, la orca y el calderón tropical, indica el estudio que publica 'Scientific Reports'.

Los científicos siempre se han preguntado por qué la evolución de unas pocas especies ha llevado a que sus hembras tengan la menopausia.

Los firmantes del estudio, de la universidad británica de Exeter, la canadiense de York y el estadounidense 'Centro de investigación de ballenas', sugieren que la menopausia ha evolucionado de manera independiente en tres de las especies de cetáceos, mientras que en las beluga y las narval puede derivar de un ancestro común.

Para que la menopausia tenga sentido en términos evolutivos, "una especie necesita, tanto una razón para dejar de reproducirse, como otra para seguir viviendo después", indicó Sam Ellis de la Universidad de Exeter en un comunicado.

En el caso de las orcas, el motivo para dejar de reproducirse es que, tanto el macho como la hembra, permanecen con sus madres toda la vida, por eso, a medida que la hembra crece el grupo esta, cada vez más, formado por sus hijos y nietos.

Este aumento del grado de parentesco supone que si la hembra sigue tiendo crías, estas competirían con ella por los recursos, explica la nota. La existencia de la menopausia en la orcas está documentada por 40 años de estudios, pero no es así con las belugas y los narvales, aunque el estudio usa datos de ballenas muertas de 16 especies en la que se encontraron ovarios durmientes en el caso de esas dos.

Los expertos consideran, basándose en sus descubrimientos, que belugas y narvales tienen estructuras sociales por las que las hembras, como en el caso de las orcas, acabarían viviendo con parientes cada vez más cercanos según envejecen.

Las investigaciones también sugieren que ese era el caso para nuestros antecesores, combinado con los beneficios que las mujeres ancianas suponían para el grupo social, lo que "puede explicar por qué evolucionó la menopausia".

Aunque individuos de muchas especies pueden dejar de reproducirse con los años, los investigadores han buscado evidencias de "un estrategia evolutiva" en que las hembras tienen una vida postreproductiva significativa.