¿Y si la energía que gastamos dándolo todo en un festival o bailando en la boda de un amigo la pudiéramos utilizar? Varios proyectos tratan de localizar nuevas fuentes de energía más sostenibles en las actividades más cotidianas.

Los últimos, una discoteca en Glasgow que está utilizando el calor corporal para calentar todo el edificio.

En este local acaban de reformar la sala, que entre semana es un edificio de oficinas y sala de exposiciones, para instalar un sistema innovador que ahorrará 70 toneladas de CO2 al año.

La idea es que absuelva por el techo el calor generado por la gente al bailar los fines de semana para conducirlo mediante unos tubos al subsuelo, donde calentará unas rocas, que a lo largo de la semana irán liberando ese mismo calor para aclimatar las oficinas.

El ser humano convertido en pilas, como imaginaron en Matrix, pero de buen rollo.

Lo cierto es que ya hemos visto antes sistemas que transforman en luz la energía que liberamos los humanos al movernos. El grupo Coldplay instaló estas bicicletas en sus conciertos, como dinamos gigantes que iluminaban el escenario.

Además, en el suelo instalaron baldosas como estas que, al ser pisadas, lo mismo, generan electricidad, baldosas que se instalaron también en Londres, para los Juegos Olímpicos. Con cada pisada se hunden cinco milímetros y generan ocho vatios de energía.