La revolución tecnológica y sostenible que está viviendo el sector de la movilidad va de la mano de la seguridad vial. El objetivo a corto plazo pasa por mejorar y facilitar las condiciones de la misma a usuarios de todo tipo de vehículos, pero también por perfeccionar los mecanismos de protección de esos conductores. Para ello, la innovación es vital en la gran lucha contra los peligros que acechan de forma común en la carretera. En los últimos años se ha observado una importante inversión en este terreno, dando vida a distintos sistemas que buscan lo esencial: proteger vidas y facilitar la circulación.
Precisamente, uno de los productos que ha adquirido gran popularidad por su eficacia a la hora de cumplir esas dos claves es el casco inteligente para ciclistas, Vehículos de Movilidad Personal (VMP), y ahora también para motoristas. Y ojo, en este espacio nuestro país está cumpliendo un papel protagonista. Así lo ha demostrado Livall, empresa nacida en 2014 con un propósito que definen de forma clara: "La protección y la mejora de la experiencia de usuario, transformando la manera de entender la seguridad".
¿Cómo? Con su producto estrella, renovado: un casco que evita accidentes. No, no es un casco cualquiera. A lo largo de ocho años, esta compañía española ha desarrollado, de la mano de la Dirección General de Tráfico, el MC1, un modelo inteligente para motos que verdaderamente puede revolucionar la circulación. La razón: con este sistema, ideado por el subdirector de la DGT Jordi Ordás, el casco se conecta automáticamente a la plataforma de información del organismo para que esta pueda lanzar en tiempo real avisos e indicaciones sobre el estado de las carreteras.
Es decir, será Tráfico quien avise, a través de los altavoces que lleva incorporado el casco, de lo que esté ocurriendo en ese instante y tramo, evitando así que el conductor aparte la vista de la carretera y mejorando, por tanto, la capacidad de reacción del mismo ante cualquier imprevisto. Un planteamiento previsto para reducir riesgos y reforzar la prevención. Y es que el casco cuenta además con bluetooth, intercomunicador, cámara de alta resolución, sistema de alerta en caso de accidente, luces intermitentes LED y hasta con sistema de comunicación Walkie -Talkie.
Y todo sin necesidad de levantar las manos del manillar. Para mostrar su utilidad frente a accidentes, nada mejor que un ejemplo: si durante un trayecto el conductor sufre una caída o un impacto y el casco recibe un golpe, este se comunica de forma automática con el contacto de emergencia elegido por el propietario y envía su localización. Un método con el que, según insisten en Livall, se prioriza ante todo la viabilidad de un entorno seguro para el conductor y terceros en carretera.
El MC1 es el primer modelo de casco inteligente pensado para motoristas, pero este concepto se ha venido desarrollando en los últimos años para otros vehículos. Por ejemplo, y como se ha indicado anteriormente, para ciclistas y VMP, un sector en el que Livall ya se había convertido en referente con cascos compuestos de una tecnología capaz de salvar vidas, y que de hecho ha funcionado con éxito en varios casos que por poco acaban en tragedia. Su utilidad la avalan los datos, pero no solo.
También lo certifican los distintos galardones que ha obtenido la compañía, con más de 40 premios y condecoraciones que han distinguido la capacidad de este casco para mejorar notablemente los parámetros de protección en las vías. Cabe destacar, entre ellos, el Premio AXA a la Inovación y Desarrollo en la Seguridad Vial que recibió Livall en la 13ª edición de Ponle Freno de la mano de Olga Sánchez, consejera delegada de AXA y presidenta de la Fundación que no dudó en afirmar que esta tecnología contribuirá "activamente" a reducir los accidentes de tráfico y, por lo tanto, al objetivo de 'cero víctimas' en carretera.
Publicado en la revista 'Nature'
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