La construcción urbanística y de puertos ha hecho que las playas pierdan arena y sean incapaces de regenerarse de forma natural después de los temporales de invierno. Además, las edificaciones cerca de los ríos impiden que estos lleven arena y lodo, que son los que luego forman las dunas en la playa.
"En general toda la costa se ve afectada, particularmente, la costa mediterránea porque está muy poblada", dice Iván Ortuza, de la organización 'Ekologistak Martxan'.
Denuncian que es una práctica ineficiente y poco beneficiosa para el ecosistema. La arena se trae de otras playas o del fondo del mar creándose un círculo vicioso. "Como no solventamos el problema, muchas veces el mar se sigue llevando esos arenales, y se tiene que volver a invertir", comenta Iván Ortuza.
Además, esta práctica genera un enorme gasto económico. Granada en tan sólo diez años ha gastado diez millones de euros en realimentar las playas de su costa y Laredo gasta cada año casi dos millones de euros. Aunque encontrar una solución requeriría cambiar el modelo urbanístico.
"Es un problema que viene de lejos y tendríamos que revertir acciones vitales para la sociedad como presas que producen energía o las casas donde vivimos", dice Iván. Lo que está claro para ellos es que es urgente terminar con la sobreexplotación de la costa, el derroche de recursos económicos y la destrucción del medio ambiente.