Delicioso chocolate fundido sobre helado. Una imagen que trae olores, sabores, y que incluso nos hace salivar. Así es como actúa nuestro cerebro para que podamos recordar, añadiendo sensaciones imaginarias que dan más realismo a nuestros recuerdos.

Viendo la imagen de una playa paradisíaca nuestra memoria puede evocar el lugar donde estuvimos y lo que sentimos en ese momento. Pero el cerebro añade de su cosecha algunos ingredientes que le dan más realismo: el olor a sal, el ruido de las olas incluso el protector solar en nuestra piel.

Lo mismo sucede con los recuerdos relacionados con el sexo, capaces de activarnos con sólo recordar. Es nuestro cerebro el que nos permite activar completamente las situaciones más placenteras. No somos conscientes de este proceso, pero trabaja como la función de autocompletar que tienen los ordenadores para terminar la frase que estamos escribiendo.

Ese conjunto de recuerdos e ilusiones los fabrica el hipocampo, el responsable de que recordemos con nitidez las experiencias que han marcado nuestra vida.