Toma de contacto con el Ford Edge: el todocamino americano se adapta a los gustos europeos

Hace unas semanas asistimos a la presentación internacional del Ford Edge en Alemania. El Ford Edge es un todocamino grande, situado por encima del Ford Kuga, que completa la gama de todocaminos de Ford. Mide 4,81 metros y tras arrasar en ventas en Estados Unidos, ha hecho las maletas, rellenado sus papeles de inmigración y comenzado una nueva vida en Europa. Para triunfar, viene acompañado de dos motores turbodiésel de entre 180 CV y 210 CV, así como un tacto de conducción modificado. ¿Son argumentos suficientes para un SUV cuyo tope de gama pasa de los 52.000 euros? El segmento de los SUV continúa un crecimiento imparable (casi 3 de cada 10 vehículos vendidos en España son SUV) y Ford cree que necesita un claro rival en el segmento de SUV grande no premium. Aunque es un nicho de mercado, es rentable, y actualmente sólo los Kia Sorento y Hyundai Grand Santa Fe campan en él a sus anchas. El Ford Edge es un modelo que data del año 2007, y fue uno de los primeros grandes crossover de Ford en Estados Unidos, acompañado del interesante Flex. Su primera generación fue un duro competidor para los Buick Enclave y Chevrolet Traverse.

Diseño del Ford Edge

Su segunda generación ha sido lanzada hace apenas dos años en Estados Unidos, y aunque no lo parezca, su moderna plataforma CD4 es la misma de los Ford Mondeo o Ford S-MAX. El principal argumento de conquista del Ford Edge va a ser su estética. Un aspecto muy diferente a cualquier oferta europea, con una gigantesca calandra con un emblema XXL de Ford como seña de identidad. Su imagen es muy fuerte, lograda en parte por sus voladizos cortos y abundancia de "chapa": la proporción de carrocería/superficie acristalada es de unos elevados dos tercios. Monta enormes llantas de 20 pulgadas de serie en su versión Sport, y el color Electric Spice - una especie de color mostaza - es realmente llamativo. Una firma lumínica con personalidad destaca en su zaga, con una fina tira de LEDs que cruza el coche de lado a lado. No es una estética para todos los públicos y polariza a sus potenciales clientes, pero os aseguro que no deja indiferente. Muchos viandantes y conductores se nos quedaban mirando en las carreteras rurales de Baviera, intentando averiguar qué clase de coche era aquél gran todocamino Ford.

Gran amplitud interior

Su interior destaca por la gran cantidad de espacio disponible. Nada más acceder a su puesto de conducción advierto la postura de conducción elevada, así como un salpicadero y calidades adaptadas al conductor europeo. Si bien son calidades generalistas con algunos pequeños fallos de acabado, cumplen. Prefiero las calidades y el diseño interior de la versión Titanium, dicho sea esto, los plásticos oscuros de la versión Sport tienen un acabado mejorable. Nada que objetar ante su instrumentación, casi completamente digital a excepción de las escalas de tacómetro y velocímetro. Ya cómodo en el asiento del conductor, de regulación eléctrica, compruebo que sus plazas traseras son sencillamente enormes. El espacio es suficiente para que tres adultos hagan viajes largos con comodidad. Por contra, no dispone de siete plazas, ni siquiera de forma opcional. Es una de sus principales desventajas, que trata de compensar con un maletero de 602 litros de volumen, en cuyo fondo hay más huecos portaobjetos y una rueda de repuesto tipo galleta. Ideal para viajes largos. Los asientos se abaten sin esfuerzo, con un pulsador electromecánico.

Sus versiones Vignale se pondrán a la venta el próximo año, pero ya he podido comprobar de primera mano que las calidades mejoran de forma considerable, intentando conferir al coche un aspecto más premium. El equipamiento es muy amplio, e incluso la versión Trend de acceso dispone de climatizador, detector de fatiga, avisador de vehículos en ángulo muerto o un sistema de infoentretenimiento Ford SYNC 2 con pantalla táctil de 8 pulgadas. La dotación tecnológica es aún mayor en los acabados Titanium y Sport, topes de gama de corte premium o deportivo. Opcionalmente pueden equipar control de crucero adaptativo, un sistema de frenada automática con detección de peatones, aparcamiento automático, asistente de mantenimiento de carril o un sistema de lectura de señales de tráfico. Como guinda al pastel, pueden tener asientos calefactados traseros y una muy interesante toma de corriente de 230 voltios - un enchufe como los de casa - en las plazas traseras, ideal para ir trabajando con un portátil o cargar rápidamente cualquier tipo de gádget.

Al volante del Ford Edge

El Ford Edge se pone a la venta con dos motorizaciones 2.0 TDCi de cuatro cilindros, con 180 CV y 210 CV respectivamente. Esta última emplea dos turbocompresores en serie y sólo se asocia a una caja PowerShift de doble embrague y seis relaciones. El motor de 180 CV sólo se asocia a una caja manual de seis relaciones. En ambos casos el coche se ofrece con tracción total no permanente: si detecta pérdidas de adherencia en el tren delantero manda hasta un 50% de la potencia al tren trasero mediante un embrague multidisco, recuperando la motricidad del vehículo. He podido probar las dos motorizaciones, y francamente, prefiero la menos potente, con cambio manual. Es un cambio cómodo, muy refinado, en el que sólo hecho de menos una primera algo más larga. Aunque su par motor es inferior - 400 Nm frente a 450 Nm - se siente más ágil, en parte por una caja automática algo perezosa. En circulación es un coche muy silencioso, en parte gracias a un sistema de cancelación activa de ruidos, que anula todo sonido exterior. A pesar de que son coches pesados - 1.913 kilos en su versión más ligera - sus consumos son correctos.

En una circulación mixta por ciudad, autopista y carretera secundaria ambos coches han arrojado medias de en torno a los 8 l/100 km. Su comportamiento en carretera es bueno, y son relativamente ágiles mientras no se les busquen demasiado las cosquillas. Ahí y en los adelantamientos se nota su peso elevado. Otro detalle a tener en cuenta es que se sienten enormes en las carreteras y ciudades europeas. Son muy anchos y en múltiples ocasiones notarás que la carretera se te queda pequeña. Y no es una sensación, es la pura realidad. Ojalá nuestras autopistas fueran como las americanas...

Precios del Ford Edge

Actualmente el Ford Edge se encuentra a la venta desde 35.375 € para la versión Trend con motor 2.0 TDCi de 180 CV – incluyendo descuentos promocionales, Plan PIVE y financiación. Los precios suben hasta más de 52.000 euros para la versión Sport con motor de 210 CV y cambio automático. Es un coche que rivaliza incluso con algunos premium de menores dimensiones. Prima el confort a bordo y una tremenda facilidad para hacer viajes con comodidad a bordo.