El SALVADOR 2CV DEL SIGLO XXI

Xavier Chardon, CEO de Citroën: "El 2CV podría ser el coche pequeño eléctrico que quiere la UE"

El 2CV es el 2CV por su simpleza. Citroën lo ha entendido por fin y su CEO nos está tirando miguitas de pan que adelantan la resurrección de su coche más mítico... aunque sea eléctrico.

Recreación ficticia de un futuro Citroën 2CV

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Xavier Chardon ha vuelto a Citroën con las ideas claras y la mirada puesta en el pasado para recuperar la esencia del 2CV para los coches eléctricos pequeños que la Unión Europea prepara para ya.

Chardon cuenta con más de tres décadas en la industria y experiencia en mercados tan distintos como Europa y China, así que no viene a sacarse la foto sino a mover ficha y a decir alto y claro que Citroën debe pelear por un hueco que ahora mismo está vacío y que le pertenece por derecho.

No es sólo nostalgia: su argumento es totalmente pragmático. Según él (y según el sentido común), lo que funcionó en el 2CV (ser barato, sencillo, práctico y pensado para usarse) encaja con la nueva categoría de E-Cars que Bruselas pretende impulsar para aliviar parte del desastre que enfrentan los fabricantes, y Citroën, con su historia y su red industrial, tiene músculo para intentarlo sin confundir “retro” con “Ami”.

Citroen Type AMI
Citroen Type AMI | Caselani

El 2CV como idea, no como calco

¿Qué tiene el 2CV que lo vuelve interesante hoy? Básicamente, su receta: movilidad accesible, mínimas complicaciones y máxima utilidad urbana.

Chardon habla de rescatar esa filosofía pero no de reeditar exactamente el modelo (ojalá) y propone un coche pequeño, eléctrico y asequible que dé soluciones reales para el día a día: cuatro plazas, mantenimiento barato, consumo reducido y un precio que no asuste a las personas de a pie. Además, recalca que la oferta de Citroën debe ser amplia: desde el Ami hasta eléctricos del segmento C (¿Un nuevo Xsara?), el cliente debe poder elegir tecnología según su necesidad.

Ojo a un matiz técnico que lanzó: la UE podría exigir velocidades máximas y compactaciones normativas distintas para estos E-Cars; y él sugiere un tope razonable (al menos 110 km/h) para que el vehículo sirva también en carreteras secundarias y no sólo en la ciudad, lo que daría al traste con la idea del E-Car antes de nacer.

Citroën 2CV de madera
Citroën 2CV de madera | Rouillac

Oportunidad estratégica (y su trampa)

La oportunidad está clara: Europa necesita eléctricos baratos si quiere masificar la electrificación sin dejar atrás a amplios grupos de población.

Pero hay trampa: revivir la estética o poner un logo vintage no basta. Citroën debe reinventar el espíritu 2CV con unas baterías modernas, los costes bajo control y una cadena de suministro que garantice precio y fiabilidad frente a la presión china. Chardon lo sabe: Stellantis juega en casa con sus plataformas compartidas y redes industriales como la de Madrid, y Citroën puede usar eso para fabricar un E-Car competitivo siempre que no caiga en la trampa del retro sin sustancia (Ami). Además, defender la pluralidad tecnológica (híbridos, eléctricos, PHEV) le permite comunicar al cliente que él elige y no se le impone, una estrategia que es crucial en mercados con desigual acceso a cargadores y poder adquisitivo diferente entre países como lo es el europeo.

Si Citroën presenta una propuesta que sea más que palabras vacías (es decir, un coche económico, seguro, útil y escalable) podría liderar ese segmento europeo. Y si no lo hace… serán otros (ya sea Dacia con su Hipster o BYD con su nuevo kei-car) quienes aprovechen el hueco, así que más les vale moverse rápido. En resumen: Chardon no nos vende una réplica en hojalata del 2CV, sino una idea poderosa: la de rescatar la simplicidad como valor y empaquetarla en un E-Car que Europa necesita. Si lo consigue, el 2CV volverá como icono nostálgico y como fórmula práctica para democratizar la movilidad eléctrica.

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