Debía haber llegado hace años tal y como pronosticaba la ciencia ficción, sin embargo, puede que no estemos tan lejos del primer automóvil volador de producción. Concretamente
Toyota ha anunciado que se implicará aún más en el proyecto que están llevando a cabo desde hace unos años un grupo de jóvenes ingenieros. El
Skydrive de
Cartivator contará con una importante inyección económica inicial de 300.000 euros por parte del fabricante japonés con un sueño: llegar a tiempo a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Concretamente la intención es que se haga uso de este coche volador monoplaza que está desarrollando este grupo técnicos para encender de
una forma no convencional y espectacular el pebetero que anuncia el inicio oficial de los Juegos Olímpicos, capaz incluso de ensombrecer la exhibición de puntería realizada por el tirador, Antonio Rebollo en Barcelona’92. El segundo objetivo, este a largo plazo, es que el coche volador llegue a la
producción en masa a partir del año 2025. En este caso Toyota no sólo colaborará económicamente, sino que
algunos técnicos de la compañía dedicarán sus horas libres en ayudar al equipo de Cartivator a avanzar con el proyecto. En él, también se encuentra involucrado el experto Masafumi Miwa, uno de los grandes expertos dentro del mundo de los drones. Por el momento, el primer prototipo creado muestra una variante de mayor tamaño que un dron capaz de elevarse un par de metros con estabilidad. La intención es que cuando sea presentado,
en 2020, la estructura de 2,9 metros de largo y metro y medio de ancho pueda al menos elevarse hasta diez metros transportando a una persona que sería la encargada de llevar la Antorcha Olímpica hasta su destino final. Pensar en un futuro en el que convivan coches voladores, autónomos y conducidos por seres humanos sí que parece de ciencia ficción.