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El truco de esta autoescuela para entender cómo tomar las rotondas es… ¡pensar en una recta!

Entender cómo se toman las rotondas en España es casi un rito de paso. Y este truco de una autoescuela puede ser lo mejor para no fallar nunca.

Rotonda

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Entender cómo se toman las rotondas en España es casi un rito de paso, algo así como aprender a poner la lavadora sin que toda tu ropa salga rosa o pillarle el truco a la cafetera italiana sin que pongas cara de haber chupado una pila al beber después. La Dirección General de Tráfico se empeña en explicarlo con gráficos, folletos y hasta con dibujos animados, pero da igual porque siempre hay alguien que se planta en mitad de una glorieta sin saber si debe ir por la derecha, por la izquierda o directamente rezar para que el coche de detrás no le coma el paragolpes.

Lo curioso es que una autoescuela ha dado con una explicación tan simple que parece mentira que no se nos ocurriera antes: para entender la rotonda, hay que pensar en una recta. Ni más ni menos. De golpe, todo lo que parecía un galimatías de carriles, intermitentes y prioridades cobra sentido, porque la rotonda no deja de ser un invento circular que replica, de forma retorcida, lo que ya sabemos hacer en una carretera normal.

La norma general que casi nadie cumple

Lo primero que deja claro el profesor del vídeo es que, salvo que la rotonda tenga señales específicas o marcas pintadas que indiquen otra cosa, la regla básica es ir siempre por el carril derecho, independientemente de si vas a coger la primera salida, la segunda o la quinta. Y no es porque la DGT quiera fastidiar a los que disfrutan jugando a estrategas de glorieta, sino porque circular por el exterior facilita tanto las salidas como las incorporaciones, lo que en la práctica evita frenazos bruscos y cabreos monumentales.

El problema aparece cuando, por comodidad o por inercia, muchos conductores se lanzan al carril izquierdo sin pensar en lo que viene después. Según la norma, nadie puede salir de la rotonda desde ese carril, así que antes de tomar la salida es obligatorio cambiarse al derecho, con intermitente y mirando bien los espejos. Es decir, que usar el interior de la glorieta tiene sentido solo para adelantar, para dejar espacio a los que entran o porque, en zonas urbanas, el tráfico te empuja a esa posición.

Lo gracioso es que la mayoría de conflictos en las rotondas nacen precisamente de olvidar este detalle. El que va por la izquierda pretende salir directamente y el que va por la derecha no entiende por qué un coche se le cruza de repente, y en ese caos de cláxones y aspavientos, lo último que piensa uno es en lo que la DGT recomienda, cuando en realidad todo es tan fácil como recordar que en una recta nadie giraría a la derecha desde el carril izquierdo.

Rotonda
Rotonda | Centímetros Cúbicos

La metáfora de la recta

Aquí entra el truco de la autoescuela: para visualizar qué está pasando en la rotonda, imagínate que estás en una carretera recta de varios carriles. ¿Qué harías si vas por el izquierdo y de repente necesitas girar a la derecha? Pues lo mismo que en la glorieta: señalizar, mirar y, cuando sea posible, cambiarte al carril derecho antes de ejecutar la maniobra. Nadie en su sano juicio se tiraría desde el carril izquierdo a la cuneta con un volantazo, así que tampoco tiene sentido hacerlo en un círculo con más tráfico y menos paciencia.

Además, la comparación ayuda a desterrar otro de los mitos más extendidos: el uso del intermitente izquierdo dentro de la rotonda. Hay quien lo pone pensando que así informa de que sigue circulando por dentro, cuando en realidad ese gesto no significa nada útil y, peor aún, puede confundir al resto. Igual que en una recta no señalizas con el intermitente izquierdo para decir “tranquilos, que no voy a salirme ahora mismo”, en la glorieta tampoco hace falta. Con activar el derecho cuando vayas a salir es suficiente.

La brillantez del truco está en su sencillez, porque de pronto desaparece la sensación de estar en un escenario especial con reglas propias y te das cuenta de que en el fondo no hay magia ni misterio. La rotonda es simplemente una carretera que gira, y lo que aplicas en línea recta también funciona dentro de ella.

circular por rotonda
circular por rotonda | DGT

Menos reglas abstractas, más lógica

Lo bueno de esta explicación es que se entiende al instante, incluso para los alumnos que todavía se pelean con el embrague o que tienen la cabeza más puesta en aprobar el teórico que en otra cosa, porque en lugar de memorizar normas abstractas que parecen sacadas de un manual escrito por ingenieros aburridos, lo que haces es aplicar el sentido común que ya usas cuando conduces por cualquier otra vía. Así, de golpe, algo que era motivo de suspenso en el examen se convierte en una maniobra natural.

No es que la DGT haya inventado la pólvora con esto, ni que las rotondas sean un invento demoníaco que solo los españoles sufrimos, pero la realidad es que seguimos teniendo uno de los índices más altos de dudas y errores al tomarlas. Tal vez porque en otros países se enseña con más insistencia o porque aquí nos gusta improvisar, el caso es que en la práctica cada conductor parece tener su propio método, y eso genera un caos que la explicación de la autoescuela ayuda a reducir.

Al final, la clave no es tanto repetir como loros que “hay que ir por la derecha salvo que…” sino interiorizar que las normas del tráfico no cambian solo porque el asfalto haga un círculo. Cuando lo ves así, la glorieta deja de ser un lugar de nervios y dudas para convertirse en un tramo más de carretera, con la ventaja añadida de que ya no te sientes un novato cada vez que el GPS te manda por la salida equivocada.

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