CONCEPT CAR DÉCADA 1980
Se llama Volkswagen Polo Sprint y podría haber dejado al Golf a la altura del betún
Un tres puertas experimental con potencial de carreras que nunca llegó a producción, pero que podría haber sido una vedadera bomba; hoy se exhibe en Alemania

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Imagina levantar el capó y, en lugar de encontrarte con un motor, que te sorprenda una rueda de repuesto. Mientras las disposiciones convencionales la ubican debajo del voladizo trasero o en el compartimento secreto bajo el maletero, en este coche viajaba sobre el eje delantero. Todo tenía su explicación en esta versión que hoy podría ser confundida fácilmente con el Polo Wagon.
Porque esa silueta visualizamos cuando atendemos al diseño exterior de esta criatura alemana de los años ochenta, un experimental que, no obstante, empiezas a observar con algo más de detenimiento y te devuelve rápidamente diferencias estéticas más claras de lo que parecen con aquel falso familiar de producción en serie. De producción en serie, cosa que el Volkswagen Polo Sprint jamás llegó a ser. ¿Un Polo con motor trasero, con entrada de combustible arriba del guardabarro delantero derecho?
Esto existió, pero nunca se vio en una concesionaria. No al menos con intenciones de ser vendido. Hijo de una segunda generación que recién se hacía camino al andar –presentado a finales de 1983–, el Polo Sprint Concept aplicaba a su manera esa luneta de caída vertical, pero en el detalle te das cuenta que la similitud con el Wagon es engañosa, porque tan rápido como esa indisimulable caída trasera se revelaba su aspecto deportivo y temerario.

El Volkswagen Polo de rallye que nunca fue
Todo un bicho raro cuya apariencia respondía a su propósito de fondo, el que habría tenido si se lo llevaba a la acción. Con Audi ya como propiedad del Grupo Volkswagen, fue el Quattro la estrella predestinada a ser leyenda en el Campeonato Mundial de Rally, pero este concepto del popular compacto había sido desarrollado pensando en la competición y tenía potencial para llevar el nombre del Polo a las carreras.
De hecho, su ficha técnica da cuenta de un coche que habría podido estar a la altura del Renault 5 Turbo ganador de Montecarlo 1981, porque su motor le mandaba al eje trasero casi la misma potencia que el francés, porque podía correr a más de 200 kilómetros por hora y porque ofrecía una experiencia de manejo deportivo notable gracias a su sobria distribución de peso, entre otros factores.
Imagina levantar el capó y que te sorprenda una rueda de repuesto en el lugar del motor. Ahora imagina abrir el portón trasero y entregarte a la perplejidad de un motor instalado cual maleta. Su cuatro cilindros bóxer 1.9 trabajaba dentro de un hueco ubicado en el espacio de carga, justo detrás de los asientos traseros, en una puesta en escena tan peculiar como la figura misma del coche que, para serlo, se nutrió del impacto visual de elementos como las tomas de aire laterales traseras y unos pasos traseros ensanchados. Una obra de ingeniería que, si alguna vez viajas a Alemania, te recomiendo visitar en el museo de Volkswagen.
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