YA NO HAY EXCUSA
Hemos pasado de los 600 kilómetros de autonomía eléctrica, a presumir de 1.500 kilómetros de autonomía con combustible fósil…
Con el tiempo, los fabricantes han mezclado motores, han jugado con depósitos dobles, baterías más gordas y cargas exprés, y batiburrillos varios y ahora nos encontramos con modelos que no solo rozan los 1.000 kilómetros, sino que superan los 1.500 como si fuese lo más normal del mundo.

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Hasta hace nada, cuando alguien decía que su coche eléctrico hacía 600 kilómetros sin perder dos horas cargando entre medias, lo mandábamos a paseo por fantasma. La autonomía era el mayor dolor de muelas del mundillo de lo ECO, pero con el tiempo, los fabricantes han mezclado motores, han jugado con depósitos dobles, baterías más gordas y cargas exprés, y batiburrillos varios y ahora nos encontramos con modelos que no solo rozan los 1.000 kilómetros, sino que superan los 1.500 como si fuese lo más normal del mundo.
Claro, tú te preguntarás: ¿no habíamos quedado en que el futuro era eléctrico, limpio, con puntos de recarga en cada esquina y sin necesidad de volver a mirar una gasolinera? Pues sí, pero resulta que lo que está pasando es una especie de revolución paralela, porque los eléctricos siguen creciendo y mejorando, pero al mismo tiempo los híbridos y los motores alternativos con GLP o gasolina se han estirado hasta el absurdo, y ahora esta mezcla da unas autonomías que hacen que un viaje Madrid-París se convierta en un simple paseo sin paradas.
BYD: los chinos vienen a jugar… y a ganar
Lo de BYD ya no es sorpresa para nadie, es ya una invasión perfectamente planificada. Primero pusieron patas arriba el mercado con eléctricos bien hechos y a buen precio, y ahora directamente están rompiendo el récord Guinness de las autonomías. Su SEAL U DM-i ha sido el híbrido enchufable más vendido en España, y no es casualidad cuando da con más de 1.100 kilómetros combinados y una autonomía eléctrica que en ciudad pasa de los 170 km. Este tanque con ruedas lo mismo te vale para ir al trabajo todos los días sin gastar una gota de gasolina que para hacer un viaje de verano a Galicia sin parar ni a comer.
Pero el que ha dejado a todos con la boca abierta es el SEAL 6 DM-i, que en versión sedán se estira hasta los 1.505 kilómetros de autonomía combinada. Sí, lo has leído bien, mil quinientos. Eso es casi el doble de lo que se consideraba suficiente en eléctrico hace tres años, e incluso más que lo que ofrecían muchos térmicos hace no mucho. Encima, el consumo homologado arranca en 1,5 litros a los 100, que ya sabemos que en la vida real subirá, pero aun así sigue siendo ridículo para un coche de su tamaño.
Si miramos más allá, BYD no se ha quedado en los híbridos. Sus nuevos eléctricos puros, como los Han L y Tang L, llevan arquitecturas de 1.000 voltios y son capaces de cargarse del 10 al 70% en seis minutos. O sea, lo que tardas en pedir un café en la estación de servicio. De paso, si te apetece, puedes salir lanzado de 0 a 100 en 2,7 segundos con más de 1.000 caballos bajo el pie derecho. Que no se diga que la eficiencia tiene que estar reñida con la emoción de picar rueda.
Volvo: la elegancia también aguanta kilómetros
En el lado premium de la vida, Volvo ha decidido demostrar que se puede ser escandinavo, minimalista y familiar sin renunciar a las autonomías largas. Su EX90 es un SUV eléctrico de siete plazas que llega a los 620 kilómetros, lo que significa que ya no tienes que mirar de reojo el mapa cada media hora cuando sales con toda la tropa de vacaciones. Hablamos de un coche que no es precisamente un compacto ligero, sino un mastodonte de lujo con baterías de más de 100 kWh.
El que quizá ha sorprendido más es el ES90, el sedán que hereda el espíritu de los S90 pero más “corriente”. Da 647 km de autonomía WLTP, carga a 800 voltios y su precio de entrada es de unos 72.000 euros. Lo que está ofreciendo Volvo es una alternativa premium real frente a los alemanes de siempre, y con la ventaja de ese diseño sobrio y elegante que parece que nunca se pasa de moda.
En ambos casos, lo interesante es que Volvo no está jugando a la locura de los 1.500 kilómetros –aunque no por ello prescinde de un coche con autonomía muy cercana–, pero sí que está poniendo la autonomía suficiente para que nadie tenga que justificarse al elegir un eléctrico puro. Lo hace con la seriedad nórdica habitual: datos claros, tecnologías probadas y un compromiso con la seguridad que sigue siendo su bandera mientras apuestan por la electrificación total.

Dacia: la democratización del exceso
Si pensabas que todo esto era solo para ricos “early adopters”, llega Dacia y te suelta el bombazo de un SUV accesible con 1.450 kilómetros de autonomía combinada gracias a un sistema de bicarburación gasolina/GLP con hibridación ligera. Se llama Bigster ECO-G y, por menos de 25.000 euros, te llevas un coche que tiene depósitos duales (gasolina y GLP), un motor turbo de 140 caballos y la capacidad de recorrer más de un mes de uso urbano sin volver a repostar mientras reduce emisiones.
La clave está en que el coche prioriza el uso del GLP, con lo que recorta mucho las emisiones y reduce mucho más los costes por kilómetro, pero cuando necesitas más autonomía, el depósito de gasolina entra al rescate sin perder tiempo. Todo esto, insisto, sin pasar de los 25.000 euros, lo que lo convierte en una auténtica bofetada a los que aún piensan que las grandes autonomías son cosa de marcas premium.
Es, en definitiva, la jugada maestra de Dacia: darle al usuario de a pie algo que antes estaba reservado a coches de 70.000 euros para arriba, y encima, con la etiqueta ECO y la practicidad de un SUV que puede ser perfectamente el coche familiar definitivo.
Con todas estas opciones, da para pensar en renovar el viejo Saxo.
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