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MANTENIMIENTO Y AHORRO

Estas son las tres averías por las que dejarás de conducir despacio para ahorrar combustible

Es una práctica que podemos poner en marcha para ahorrar combustible, pero tenemos que saber cómo y cuándo.

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Entre los muchos consejos que han circulado para conseguir el ansiado ahorro de combustible hay uno que recomienda usar la marcha más larga para conducir a bajas revoluciones. ¿Funciona? Sí, siempre que sepas cómo hacerlo y cuándo hacerlo. De lo contrario, conducir demasiado despacio te puede llevar de manera inesperada al taller.

Para conducir usando la marcha más larga posible hay que conocer cuál es el régimen de trabajo óptimo de nuestro motor y los desarrollos de la caja de cambios. A esto hay que sumar otro requisito: saber cuándo podemos poner en práctica este consejo.

Conducir marcha atrás
Conducir marcha atrás | Newspress

Circular de esta manera sólo es aconsejable cuando el escenario es llano, tenemos una pendiente favorable o el motor tiene una carga baja de trabajo. La razón es sencilla: así no forzaremos a nuestro coche a subir de vueltas desde muy abajo, estará trabajando en su zona de par máximo y sí podremos ahorrar combustible.

Las tres averías

Fuera de esta casuística estaremos obligando a la mecánica del vehículo a realizar un esfuerzo en su peor zona de trabajo. Las consecuencias serán evidentes: exceso de humo, falta de potencia… y un consumo excesivo en las recuperaciones logrando, así, el efecto contrario. Y este no es el único efecto que puede tener en nuestra economía: una mala praxis se puede transformar en una inesperada visita al taller debido a los esfuerzos internos y vibraciones del motor. Estas son las tres averías más frecuentes.

Revisar el coche en un taller
Revisar el coche en un taller | Newspress

1. Filtro antipartículas

Circular a bajas revoluciones (sobre todo con un coche diésel) provoca que en la combustión se genere más hollín y, por lo tanto, que no se queme. Este exceso se queda retenido en el filtro antipartículas provocando que se produzcan más regeneraciones automáticas de lo habitual. La consecuencia evidente es un desgaste más elevado y averías.

2. Válvula EGR

Igual que en el caso anterior este tipo de problemas se suele dar con más frecuencia en los motores diésel. Los modelos más modernos cuentan con un sistema anticontaminación llamado válvula EGR, cuya misión es hacer recircular parte de los gases que salen por el escape hacia la admisión para, así, reducir las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx).

En un escenario en el que nos movemos usando marchas largas y a bajas revoluciones, la válvula EGR no puede trabajar correctamente: la combustión no será la adecuada y necesaria pudiendo generar un bloqueo por acumulación.

3. Turbo

Esta forma de conducir puede hacer que la carbonilla llegue al turbo del motor y, tarde o temprano, tendrás que pedir cita en el taller para limpiarlo o para sustituirlo en el caso más grave.

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