Fue una auténtica revolución en su lanzamiento, una moto creada por BMW que no necesitaba casco para circular en ella y que, según el fabricante alemán, establecía unos nuevos estándares de seguridad nunca antes visto en su segmento. Han pasado 18 años desde que la firma bávara presentara uno de sus modelos más rompedores y atrevidos y lo curioso es que no se trataba de un coche, sino de un vehículo de dos ruedas, la BMW C1. El objetivo del fabricante germano se basó en el de atraer a los tradicionales usuarios de automóvil y convencerles de que podían disponer de un vehículo para el día a día en la ciudad con las ventajas de una motocicleta en cuestión de tráfico y aparcamiento, pero con la seguridad de un coche gracias a su estructura superior reforzada que haría de caparazón en caso de accidente. ¿Cómo lo demostraron? Pues básicamente mostrando de forma práctica algunos de los casos más habituales que se podían dar en la carretera, entre ellos el impacto frontal entre un coche y una motocicleta. Dependiendo de la normativa de seguridad de cada país, la cual tuvo que ser revisada para este rompedor concepto de motocicleta, incluso el conductor tenía la posibilidad de conducir sin casco, en este caso gracias al cinturón que retenía el cuerpo de la persona y un asiento que envolvía al mismo para evitar que pudiera salir por la inercia de la célula de seguridad. Obviamente el latigazo vertical es importante, especialmente en choques completamente frontales contra el BMW Serie 3 utilizado por DEKRA para estas pruebas de colisión, sin embargo, se puede apreciar cómo el habitáculo permanece integro, siendo las ruedas y horquilla delantera las que absorben la mayor parte de la energía del impacto. En el caso de alcances perpendiculares, por ejemplo, en un cruce, podemos observar cómo el particular diseño de las agarraderas metálicas laterales posibilita que la cabeza del conductor no llegue a impactar contra el capó. ¿Volveremos a ver una reedición del mito?