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Para minimizar la siniestralidad vial

El tipo de conducción que la DGT quiere que practiques (y que no cambies más)

La DGT lo tiene claro: quiere que cambies tu estilo de conducción por uno en el que la agresividad no sea un factor a tener en cuenta.

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Pese a que nuestros coches son cada vez más inteligentes, más seguros y están más conectados con el mundo exterior, la decisión de pisar el acelerador, de pisar el freno o de girar el volante para un lado u otro sigue siendo únicamente nuestra labor, la labor de la persona que se sitúa tras el volante.

Por eso, conducir de manera adecuada, adaptando nuestros movimientos y nuestra actitud a las condiciones particulares de cada día y de cada vía es una de las mejores propuestas que podemos hacerte. Un conductor consciente con su entorno, sus capacidades y sus limitaciones es un conductor muchísimo más seguro.

La DGT es consciente también de ello, de manera que quiere que cambiemos nuestra manera de conducir, y quiere que lo hagamos para convertirnos en conductores más seguros y respetuosos con nuestro entorno. La clave: la conocida como 'conducción defensiva'.

¿En qué consiste al conducción defensiva?

La conocida como “conducción defensiva” es un concepto de conducción que la Dirección General de Tráfico lleva muchos años defendiendo como la mejor alternativa para minimizar los riesgos a la hora de ponerse al volante. La clave está en no confiarse, ni en uno mismo ni en el resto de conductores.

La 'desconfianza' que la DGT quiere que tengamos al volante no se debe tratar como un hecho negativo, sino como positivo: esa actitud hace que conduzcamos siempre con todos los sentidos alerta, con toda nuestra atención puesta en la carretera, permitiendo así que nos anticipemos de manera efectiva a cualquier acción o situación que se nos ponga por delante.

La anticipación es la clave de la conducción defensiva: en caso de que, por ejemplo, un conductor realice una maniobra inadecuada y peligrosa, nosotros como conductores estaremos preparados para poder evitar una colisión o, incluso, un frenazo, por la sencilla razón de que gracias a nuestra conducción defensiva hemos dejado suficiente espacio o nos hemos cambiado de carril a tiempo.

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