DEPORTIVOS CLÁSICOS
¿Diseño italiano o músculo americano? Dos formas de entender el automóvil casi enfrentadas
Apreciaciones sobre el epicentro del diseño europeo y la idiosincrasia estadounidense; diferencias, pero también aproximaciones; una palabra en común desde lo que todo nace

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El contraste entre la escuela automotriz americana y la europea es notable. Lo hemos profundizado en una entrega anterior, en la que, al mismo tiempo, destacamos las diferencias de estilos en mercados claves del viejo continente y en marcas y coches puntuales. Un alemán, un británico... un italiano. Detengámonos aquí. Vaya epicentro del diseño del automóvil. Históricamente distante de la idiosincrasia estadounidense, aunque no faltan argumentos para sostener que, si bien representan dos formas de entender el coche, a menudo se encuentran.
De ahí que hablemos de "casi enfrentadas". Les propongo un juego. Piensen en una palabra que defina a ambas filosofías, que las movilice, que de ella partan para construir más allá del tiempo. Una palabra que trascienda generaciones, una con la que tanto el músculo americano como el diseño italiano hayan nacido y que siga firme, como bandera o bien convertida en escudo heráldico, hasta estos días y más allá. Se me ocurre una y, si están considerando la misma, no queda mucho que decir.
Pasión. En Estados Unidos y en Italia, el coche y todo lo que lo rodea se rige por lo pasional, por lo visceral en sus múltiples facetas. Estamos dando con el que podríamos definir como lazo madre. Y de allí, las diferencias. Cortesía de los italianos –¿o acaso habría que decir turineses, el epicentro dentro del epicentro–, la pasión por el diseño se disfraza de distinción.

Estados Unidos e Italia, dos escuelas de diseño distantes y entrelazadas
Sin perder la fuerza que el poder de fuego de los motores transmite a los bocetos, éstos adquieren formas que respetan un concepto de belleza. Italdesign, Bertone, Pininfarina, Ghia... Principales exponentes de las carrocerías que salen de las factorías para hacer historia. Los muscle cars, en tanto, jamás se han hecho problema por desnudar su agresividad, ya sean los actuales o bien los de los años setenta.
Al respecto, los americanos de aquella década se han sostenido sobre esbozos que todavía se escuchan rugir. Hemos visto sus carrocerías estiradas, algunas más fastback que otras, en clásicos como los Charger, Challenger, Chevelle y Gran Torino, pero también en otras no tan populares como las del Super Bee, Chrysler 300 y Plymouth GTX. Otros como el Camaro y el Firebird propusieron, con sus similitudes y unas zagas llamativas, algo especial. Mientras tanto, en Italia, eminencias como Giugiaro o Gandini estaban ocupados en los inolvidables morros con formas de cuña y los conceptos futuristas que marcarían la época.
Más allá de las lejanías en diseño, las aproximaciones entre ambas escuelas datan de décadas atrás, del entusiasmo de los estadounidenses por vivir en carne propia los coches que llegaban importados desde Italia. Datan del esfuerzo de sujetos imprescindibles como Luigi Chinetti, ex piloto italo-americano y hombre clave para acercar a Ferrari al otro lado del Atlántico. Datan de modelos nacidos y pensados para ser éxitos de mercado en los Estados Unidos. Se me viene a la mente el 250 GT California Spyder, pero, sobre todo, una creación a medida, que creo que une como ningún otro coche la esencia de diseño de ambos países: ¡el Ferrari 410 Superamerica Ghia!
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