¿VUELVE EL MITO?
Diseñado por Mercedes y fabricado por una gran marca china, el Smart auténtico en tamaño bolsillo estaría de vuelta en 2026
El primer smart llegó con esa idea de juguete serio que a algunos les pareció ridícula y a otros les abrió la mente, porque tenía dos plazas, poco maletero y un aspecto que ni los diseñadores de Lego habrían firmado como definitivo, pero daba igual porque su rareza era su fuerza. En aquella época teníamos más variedad, sí, pero aun así el smart fue un bofetón de aire fresco y una invitación a minimizar.

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Recuerdo cuando lanzaron el primer smart, allá por los años 90. Este cochecito prometía ser el futuro del tráfico urbano con una propuesta inteligente: un vehículo ultracompacto (me resisto a llamarlo microcoche. De “micro” no tenía nada) de dos plazas y sencillo de aparcar. Pero iba más allá, porque se acompañó de una imagen de elegancia y estilo que hacía a los jóvenes soñar con la sofisticación urbanita a golpe de “Feel” de Robbie Williams.
Hoy casi nadie le presta ya atención, y si lo hace es con esa sonrisa nostálgica que se le dedica al amigo que se ha quedado anclado en los dos mil, y eso que el smart marcó una época y se convirtió en un icono urbano mayor que la ropa en colores fosforitos. No tenía el prestigio de un Mini ni el aura pijiguay de un Fiat 500 (hablo de los clásicos), pero sí que te ofrecía algo que estos otros no podían: la sensación de que podías plantarte en la acera de cualquier calle estrecha y dejarlo aparcado de morro como si fuese una moto.
Un coche que nació raro y orgulloso de serlo
El primer smartllegó con esa idea de juguete serio que a algunos les pareció ridícula y a otros les abrió la mente, porque tenía dos plazas, poco maletero y un aspecto que ni los diseñadores de Lego habrían firmado como definitivo, pero daba igual porque su rareza era su fuerza. En aquella época teníamos más variedad, sí, pero aun así el smart fue un bofetón de aire fresco y una invitación a minimizar.
Lo curioso es que detrás de esa imagen simpática había una ingeniería pensada a conciencia, porque sí, podía parecer que llevabas un correpasillos de Fisher Price, pero lo cierto es que era seguro, práctico y resistente, y hasta tenía su gracia al volante si sabías reírte de lo limitado de su propuesta. No se trataba de un coche para viajar, sino para moverte como una avispa por la ciudad, y en ese terreno era insuperable.
La prueba de su impacto está en que muchas ciudades europeas, incluidas las españolas, terminaron llenándose de ellos, y el que lo compraba sabía que iba a escuchar chistes de sus amigos, pero también que iba a llegar siempre antes que ellos a la puerta del bar porque no perdería diez minutos dando vueltas para encontrar un hueco libre.
De la gasolina al enchufe y al olvido
El problema vino cuando smart decidió pasarse del motor de gasolina al eléctrico, una transición que en papel era ideal porque era el tipo de coche perfecto para ello por sus recorridos cortos y sin necesidad de grandes autonomías, pero en la práctica fue como quitarle el alma a un juguete. El consumidor ya no veía al smart como ese artefacto simpático y rompedor, sino como un eléctrico caro y con poca utilidad frente a rivales más modernos, y eso hizo que desapareciera del radar mediático.
Mientras que otros modelos urbanos abrazaban lo eléctrico con campañas llamativas y cierto aire aspiracional, smart parecía pedir perdón por existir, y sus anteriormente fans se fueron olvidando poco a poco, como quien cambia de bar de marcha porque el antiguo se ha convertido en un sitio demasiado anticuado.
Ahora bien, smart ha confirmado que volverá al segmento de los coches urbanos con un digno sucesor del Fortwo que llegará a finales de 2026. El modelo se llamará #2, en referencia a su antecesor y a su configuración biplaza, y se situará por debajo del crossover #1 como el coche más pequeño y asequible de la marca. Estará diseñado por Mercedes-Benz y fabricado en China junto a su socio Geely, será eléctrico puro y ya está en la fase final de desarrollo.

La sombra de los rivales y la nostalgia
Lo más gracioso es que hoy, si preguntas por coches urbanos con carisma, la mayoría nombrará antes a un Mini eléctrico o a un Fiat 500e antes que al smart, lo cual es bastante injusto si piensas que fue el pionero de todos ellos, pero así funciona la memoria colectiva: el primero se lleva los golpes y los que llegan después disfrutan de la fiesta.
El nuevo smart #2 se presentará con un diseño inspirado en los actuales smart #5 y un aire aerodinámico gracias a un pequeño spoiler trasero y un corte tipo Kamm tail, lo que lo alejará de las curvas de los Fortwo anteriores. No hay datos técnicos oficiales aún, pero se sabe que usará una nueva plataforma o una compartida con Geely, y que la autonomía debería mejorar mucho respecto al EQ Fortwo de 2020, que apenas ofrecía 159 km con una batería de 17,6 kWh y sin carga rápida.
El smart ha pasado de ser el niño creativo de la clase a convertirse en ese compañero que se volvió gris con los años y que ahora intenta reinventarse para que lo invites de nuevo a salir tras un divorcio complicado, aunque la competencia ha aprendido la lección y juega mucho mejor en el terreno de la moda. Sin embargo, hay algo en la idea de un coche minúsculo, ligero y práctico que sigue siendo atractivo, sobre todo cuando las ciudades están cada vez más cerradas a los coches grandes.
Quizás el nuevo smart de 2026 no nos devuelva la misma sorpresa que sentimos a finales de los noventa, pero si consigue recordarnos que un coche también puede ser divertido sin necesidad de ser un dichoso SUV con pantallas infinitas, ya habrá cumplido con su misión. Si no, siempre nos quedará aquella imagen entrañable del pequeño huevo con ruedas aparcado de lado en medio de la calle y retando a todo lo que se decía coche en su época.
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