NO TODA LA TECNOLOGÍA ES ÚTIL
Conducir sin postureo: lo que de verdad necesitas y lo que no
En un coche, como en casi todo, no siempre más es mejor. Hay extras que parecen pensados más para impresionar que para facilitar la vida al volante, y otros que, sin llamar la atención, marcan una diferencia real en el día a día. Conducir sin postureo no es ir en un coche pelado, sino elegir con cabeza qué equipamiento suma y cual solamente adorna.

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En un coche, como en casi todo, no siempre más es mejor. Hay extras que parecen pensados más para impresionar que para facilitar la vida al volante, y otros que, sin llamar la atención, marcan una diferencia real en el día a día. Conducir sin postureo no es ir en un coche pelado, sino elegir con cabeza qué equipamiento suma y cual solamente adorna.
Lo que sí: extras que salvan el día
Comencemos por lo útil. Hay elementos que ya deberían venir de serie en cualquier coche moderno, pero todavía dependen del acabado o del paquete que elijas. Hablamos, por ejemplo, del frenado automático de emergencia, que puede evitar un accidente en ciudad con solo un despiste. O del detector de ángulo muerto, que avisa si alguien se esconde en ese rincón invisible del retrovisor.
También suma (y mucho) una buena iluminación. Los faros LED, por ejemplo, no solo dan un aspecto moderno: iluminan mejor, duran más y consumen menos, y si conduces en zonas con poco alumbrado, se agradecen más aún. En climas fríos, los asientos calefactables parecen un lujo... hasta que te sientas sobre ellos una mañana de enero.
Los extras de conectividad no son capricho. Tener Apple CarPlay o Android Auto inalámbrico significa menos cables, más orden y acceso a tus apps favoritas desde la pantalla central, y si te mueves por ciudad, una cámara de 360 grados puede convertirse en tu mejor aliada para aparcar en huecos imposibles.

Lo que no: postureo caro e inútil
En el otro extremo están los extras que, con el tiempo, muchos conductores acaban ignorando. Uno de los más mencionados es el aparcamiento automático. Sí, la idea suena bien, pero en la práctica, muchos acaban desactivándolo: es lento, poco preciso y, a veces, más lioso que útil.
Otro ejemplo: los faros digitales con proyección de símbolos en la carretera. Muy futurista, pero ¿de verdad necesitas ver un aviso dibujado sobre el asfalto cuando ya lo tienes en el cuadro? Lo mismo con los espejos retrovisores por cámara: sustituir el cristal de toda la vida por pantallas no convence a todos. La calidad de imagen varía, y a menudo se pierde intuición.
Hay más. La cámara de visión nocturna, por ejemplo, puede sonar bien sobre el papel, pero muchos expertos coinciden en que distrae más que ayuda. Y lo de la pantalla auxiliar para el acompañante parece pensado más para lucirse en una feria del motor que para aportar algo en el día a día. No mejora la conducción, no da información útil y solo añade huellas dactilares.
Sentido común al volante
A la hora de elegir un coche nuevo (o al configurar uno), conviene hacerse una pregunta sencilla: “¿Esto me hará la vida más fácil o solo más cara?” Lo que de verdad importa es que el coche responda bien, sea seguro y se adapte a tus rutinas. Lo demás, por mucho brillo que tenga, es solo eso: brillo.
Cada conductor es un mundo. Hay quien necesita un maletero inmenso, quien busca silencio en marcha o quien hace 40.000 kilómetros al año y valora la eficiencia por encima de todo. Pero si algo tienen en común todos los buenos extras es que no se notan... hasta que los necesitas. En ese momento, agradeces haberlos elegido.
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