AVANZAN LAS RESTRICCIONES A LA CONDUCCIÓN
La Comisión Europea quiere que vuelvas a sacarte el carné de coche cada 10 años
La Comisión Europea continúa su cruzada contra los conductores de coche. Esta vez nos trae una norma que, de seguir el rumbo actual, forzaría a los conductores a volver a sacarse el carnet de conducir cada diez años y asumir costes de renovación mucho más elevados.

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Bruselas lo llama modernización, pero a muchos nos suena a otro examen más, otra tasa más y otro invento burocrático de esos que nos acaban costando dinero, tiempo y paciencia. La Comisión Europea de Ursula von der Leyen ha impulsado una directiva que nos obligará a renovar el carné de conducir cada diez años (cinco si pasas de los setenta) bajo la excusa de la seguridad vial. Pero lo que hay detrás, como casi siempre, huele más a control férreo que a prevención.
No se trata solo de un cambio en la caducidad del permiso, sino del principio de algo mucho más grande: el carné digital europeo, un sistema que almacenará nuestros datos, nuestras sanciones y, de paso, nuestro historial como conductores. Oficialmente servirá para “armonizar” las normas entre países, extraoficialmente significa que el coche, la administración y hasta el algoritmo sabrán más de ti que tu propia familia.

Seguridad vial o examen continuo
La versión amable de Bruselas promete más seguridad, menos accidentes y una conducción responsable, pero en la letra pequeña aparecen los temidos “cursos de reciclaje” para mayores de 65 años, que por ahora serán voluntarios, aunque todos sabemos cómo acaba eso de lo totalmente voluntario. Primero se recomienda, luego se “fomenta” y al final se convierte en obligatorio. Claro, cada curso de estos costará sus buenos 150 o 200 euros, a sumar al reconocimiento médico, las tasas, el papeleo, y algún otro detallito sin importancia.
La idea de fondo no es nueva tampoco, porque la DGT lleva desde 2012 ya rumiando lo de imponer un examen teórico en cada renovación, pero no se atreve a anunciarlo oficialmente. Ahora con esta directiva europea sobre la mesa, España tiene la excusa perfecta para hacerlo “porque lo manda Europa”. Si lo implementan, preparad el bolsillo, porque el trámite podría pasar de los 50 euros actuales a más de 500. Renovar el carné se parecerá más a sacárselo de nuevo.
Lo grave es que este tipo de medidas llegan siempre envueltas en palabras que suenan bien: actualización, sostenibilidad, formación continua, armonización… unos términos brilli brilli que nadie se atreve a cuestionar pero que detrás ocultan una mentalidad cada vez más paternalista en la que el Estado te vigila “por tu bien”. Hoy será un curso; mañana, ¿quién sabe?, puede que una evaluación psicotécnica completa cada cinco años “para garantizar tu aptitud” en la que, por azares de la vida, influya por ejemplo la paella que publicaste en Facebook en 2020.

El carné digital: del plástico a la vigilancia
La digitalización del carné está prevista para 2030 y se presenta como el gran avance del sistema. Ya no necesitarás llevarlo encima: bastará con enseñarlo en tu móvil. ¡Es supercómodo! Claro, hasta que recuerdas que cada documento digital deja más rastro que una mancha de aceite usado. Bruselas quiere integrar el carné en la identidad digital europea (eIDAS 2.0), una especie de billetera única que concentrará tus datos personales, bancarios y, cómo no, los de tráfico.
El problema no es ya tecnológico, sino filosófico, porque un carné digital conectado a tu historial de conducción permitirá cruzar datos de velocidad, multas, hábitos de viaje y consumo energético. Es decir, convertir cada desplazamiento en una línea de código completamente rastreable. Se venderá como un paso hacia la eficiencia y la sostenibilidad, pero el resultado final será una base de datos europea de conductores con información en tiempo real de todos.
Ya hay países, como Alemania o Países Bajos, que han advertido de los riesgos de este modelo. No España, obediente con las directrices de Bruselas siempre que le sean favorables, que se muestra encantada de implantarlo cuanto antes. Si algo hemos aprendido de nuestro país es que cuando huele una tasa nueva, la rapidez con la que lo aprueban rompe la barrera del sonido.

La excusa verde y el peaje invisible
El discurso oficial lo resume bien: “Europa se mueve hacia una movilidad más segura y sostenible”. La trampa está en esa segunda palabra, porque bajo el paraguas de esa supuesta sostenibilidad se están colando medidas que penalizan al conductor tradicional, especialmente al que tiene un coche de combustión o de más de diez años. Es decir: castiga a las clases más humildes. Si el carné digital se vincula al registro de emisiones, como ya se plantea, cada renovación podría llevar asociada una tasa “ecológica” adicional que te impida conducir por no tener dinero para cambiar de coche.
De este modo, conducir se convierte en un privilegio reservado a la clase pudiente. El sistema sabrá cuántos kilómetros haces, cuánto contamina tu coche y hasta si usas el vehículo fuera de zonas de bajas emisiones. Todo estará perfectamente controlado “por el bien del planeta”. La libertad individual al volante se evapora poco a poco entre formularios digitales y decretos sin debate parlamentario.
Lo más paradójico es que este nuevo modelo no busca tanto formar mejores conductores como formar conductores más dóciles. Personas dispuestas a aceptar que renovar el carné sea una especie de trámite moral, un examen de obediencia institucional. Y lo peor es que muchos ni siquiera protestarán, porque el control siempre llega envuelto en una sonrisa y con el logo azul de la Unión Europea.
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