ORO PARECE
Coches que parecen de lujo por fuera… pero por dentro no tanto (y viceversa)
Hay coches que, al verlos pasar, parecen salidos de un catálogo de alta gama: Pintura metalizada, llantas grandes, cromados por todas partes y un diseño que entra por los ojos. Pero abres la puerta, te sientas, y lo que encuentras dentro es plástico duro, pantallas lentas y un interior más propio de una furgoneta de reparto que de un coche de lujo. Esa contradicción entre lo que aparenta por fuera y lo que ofrece por dentro no es casual. Es una forma barata de vender imagen, aunque por dentro vayas sentado en una mentira.

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Hay coches que, al verlos pasar, parecen salidos de un catálogo de alta gama: Pintura metalizada, llantas grandes, cromados por todas partes y un diseño que entra por los ojos. Pero abres la puerta, te sientas, y lo que encuentras dentro es plástico duro, pantallas lentas y un interior más propio de una furgoneta de reparto que de un coche de lujo. Esa contradicción entre lo que aparenta por fuera y lo que ofrece por dentro no es casual. Es una forma barata de vender imagen, aunque por dentro vayas sentado en una mentira.
Esto se da mucho en algunos generalistas que ofrecen “acabados GT Line” o “Sport nosequé”, donde te meten unos faros chulos, unas molduras negras y dos embellecedores de escape. Pero luego entras y te encuentras un salpicadero de hace diez años, botones reciclados de otros modelos más baratos, y asientos que parecen de escay vinílica. Es marketing del barato: disfrazar al coche de algo que no es, y la jugada les sale bien, porque muchos compran con los ojos.
También pasa lo contrario. Hay coches que a simple vista parecen sosos o viejunos, pero que por dentro son una sorpresa. Buenos materiales, asientos cómodos, aislamiento acústico decente y mandos que dan gusto usar. El típico coche que nadie mira en un parking, pero que cuando lo conduces te sorprende, y ahí es donde se nota qué marcas han invertido en lo que importa, aunque no se vea en la foto de Instagram.
Por fuera se lucen
Uno de los casos más sonados últimamente ha sido el del Peugeot 408. Tiene una estética afilada, deportiva, con cierto aire de coche caro, y lo parece, sobre todo si lo ves de lejos. Pero cuando te acercas, y sobre todo cuando entras, empiezas a notar cosas que no encajan. El diseño interior es original, eso sí. Pero los materiales no acompañan, y los mandos táctiles se vuelven torpes si lo que buscas es rapidez o precisión. En resumen, mucha pose y poca sustancia.
Otro ejemplo lo tenemos en algunos acabados del Renault Arkana. Sus formas de SUV coupé, sus llantas grandes y su parrilla cromada prometen mucho desde fuera, pero cuando te sientas, te das cuenta de que el coche no está a la altura de lo que aparenta. El cuadro es básico, los plásticos se notan económicos y la insonorización no está entre sus puntos fuertes. Eso sí, por fuera parece que llevas algo mucho más caro. Es un coche perfecto para aparentar, pero no para disfrutar.

En esa misma línea está el Volkswagen T-Roc. Por fuera tiene buena planta, sobre todo si lo eliges con las llantas gordas y los faros LED. Pero por dentro es otra historia. El salpicadero de plástico duro y los ajustes mejorables rompen con la imagen que uno espera de un Volkswagen. No es que sea malo, pero cuando pagas por el nombre, esperas más, y aquí se nota que el presupuesto se fue en el envoltorio.
La belleza está en el interior (a veces)
En el otro lado del ring están coches como el Skoda Superb. Por fuera no llama la atención, y muchos lo confunden con un coche de alquiler o con algo pensado para flotas. Pero abres la puerta y es otra película. Espacio a raudales, materiales de buena calidad, soluciones prácticas y una sensación de coche sólido que no todos ofrecen en ese rango de precio. No tiene el “wow” inicial, pero el día a día con él es una delicia.
El Mazda 3 también merece una mención. Es un compacto discreto, sin artificios ni postureo. Pero su interior está cuidado al detalle, con materiales suaves, mandos bien colocados y un diseño que no cansa. No tiene la pantalla más grande del mercado, pero es un coche pensado para el conductor, no para quien se queda mirando desde fuera. Y eso se agradece cada vez que te subes.
Otro caso curioso es el del Toyota Corolla Touring Sports. De entrada parece un coche familiar sin pretensiones. Nada de líneas deportivas ni cromados innecesarios. Pero por dentro está bien hecho, tiene buenos ajustes, una postura de conducción cómoda y una calidad de rodadura que sorprende en viajes largos. No te lo comprarías por su foto en un anuncio, pero cuando lo conduces ves que el coche funciona.
No te fíes de la fachada
Comprar coche por lo bonito que es en el anuncio o en la exposición es un error que muchos siguen cometiendo. Lo que realmente importa no siempre se ve a simple vista. La calidad de los materiales, la ergonomía, la insonorización o la respuesta de los mandos son cosas que solo se descubren usándolo. Por eso hay coches que, aunque no luzcan en Instagram, hacen mejor su trabajo que muchos que parecen de gama alta.
La próxima vez que vayas a ver un coche, no te quedes con lo que se ve desde fuera. Abre, siéntate, toca, escucha y prueba. Un coche bonito, pero incómodo o mal acabado, es un error que vas a notar cada día. En cambio, uno que no deslumbra pero que cumple, se acaba ganando tu confianza, y eso vale más que cualquier cromo.
A fin de cuentas, un coche no es una foto, es un sitio donde pasas horas. Mejor que ese sitio te trate bien.
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