NO NECESITAMOS MÁS COCHES PARA APARENTAR
Es el coche que necesitamos ya en España, el hermano pequeño del Vitara con precio de Dacia Spring Stepway
El Fronx es la versión más terrenal del concepto del Vitara: un SUV pequeño, de poco más de cuatro metros, con mecánica simple, hibridación ligera para ganarse la etiqueta Eco y un precio que, si aquí se mantuviera como en Japón, haría que el Dacia Sandero Stepway tuviera motivos serios para temblar y de paso alegraría el mercado.

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No sé a ti, pero a mí me da la sensación de que se nos está olvidando algo básico: que la gente sigue necesitando coches baratos, sencillos y que no supongan un sablazo en la cuenta corriente, y parece que todas las marcas, que están obsesionadas con la electrificación y los equipamientos de lujo, están jugando a ver quién pone el precio más alto por un SUV que, al final no se puede comprar ni tu vecino al que le tocó la Quiniela. Por eso me apetece hablaros de un modelo que en Japón y en otros países ya está dando guerra, el Suzuki Fronx, que es un coche que, por planteamiento y por precio, debería estar en nuestros concesionarios desde ayer.
Lo curioso del asunto es que Suzuki ya tiene fama de hacer coches sensatos y duraderos, de esos que no te dan problemas aunque los maltrates un poco más de la cuenta. Ahí están el Vitara o el Swift, que son coches que no deslumbran por lujo ni por potencia, pero que cumplen lo que prometen sin arruinarte en el intento (y qué decir del mítico Santana Samurai). Pues bien, el Fronx es la versión más terrenal de ese concepto: un SUV pequeño, de poco más de cuatro metros, con mecánica simple, hibridación ligera para ganarse la etiqueta Eco y un precio que, si aquí se mantuviera como en Japón, haría que el Dacia Sandero Stepway tuviera motivos serios para temblar y de paso alegraría el mercado.
Un SUV que no engaña a nadie
El Fronx no es un coche que te vaya a impresionar por cifras de potencia ni por prestaciones de infarto, y precisamente ahí radica su encanto. Monta un motor atmosférico de 1,5 litros con 103 caballos, que es lo justo para moverte sin complicaciones, con cambio manual de cinco velocidades o automático de seis, y sin opción de tracción total porque no la necesita. Está pensado para la ciudad, para las escapadas de fin de semana y para ese uso diario en el que prima gastar poco y no complicarse la vida, y, opinión personal, si tienes habilidad mínima al volante, no necesitas tracción total. Aunque no hay datos oficiales de aceleración ni de velocidad máxima, lo que sí sabemos es que marca un consumo medio de 5,2 litros, que ya te digo yo que en el mundo real se traducirá en algo más, pero seguirá estando en cifras muy razonables.

Ahora bien, hay que ser claros: si lo que quieres es potencia, gadgets futuristas o acabados de primera, este no es tu coche. El interior es de los de toda la vida, con una pantalla central de siete pulgadas que cumple sin alardes y ya es más que una radio, un cuadro con dos esferas analógicas de aguja y un pequeño display en medio para las cuatro cosas de ordenador de a bordo, y mandos físicos para el clima. Nada de superficies táctiles complejas en las que marcar los dedazos, aquí lo importante es la funcionalidad y que cualquier conductor, joven o veterano, sepa usarlo sin leerse un manual de cien páginas.
El maletero sí es uno de sus puntos flacos porque sus 304 litros se quedan cortos si lo comparas con un SEAT Arona o un Renault Captur, que ofrecen bastante más, pero claro, también hay que tener en cuenta que hablamos de un coche más pequeño, y que esa limitación de espacio se compensa con un precio que, si se mantuviera en torno a los 15.000 euros aquí, lo pondría en la órbita de un utilitario con aires de crossover, algo que muchos compradores buscamos hoy en día.
Lo que perderíamos y lo que ganaríamos
Si llegara a España, el Suzuki Fronx obligaría a mucha gente a hacerse la pregunta incómoda: ¿realmente necesito gastar 25.000 euros en un SUV urbano con acabados más finos y un par de pantallas gigantes? Porque, seamos honestos, para la mayoría de conductores la respuesta es no. El equipamiento del Fronx, en versiones como las que se venden en Chile, ya incluye lo necesario para el día a día: llantas de aleación, climatizador, conectividad con el móvil, cámara trasera, acceso sin llave y faros LED. Lo que no tienes es el exceso de florituras que encarecen innecesariamente el precio final.
Claro, también perderías cosas. Los materiales son más sencillos, no hay esa sensación de 'casipremium' que ahora intentan venderte en cada segmento, y si te subes a uno después de un coche de gama más alta, notarás que es más ruidoso, que vibra un poco más y que los plásticos son duros. Pero eso forma parte del trato: menos euros significan menos pretensiones, y ahí está la gracia, porque lo que te ahorras lo puedes destinar a otras cosas, desde viajes hasta gasolina para un buen puñado de kilómetros.
En definitiva, lo que tenemos aquí es un coche honesto, que no presume de lo que no es y que en España tendría un hueco clarísimo. Entre quienes buscan un primer coche, familias que necesitan un segundo vehículo económico y fiable, o gente que simplemente quiere movilidad sin hipotecarse por cinco años, el Suzuki Fronx encajaría como un guante. Que no lo tengamos todavía en nuestros concesionarios es un fallo de mercado, porque coches como este son los que necesitamos ya, los que hacen falta para devolver un poco de cordura a un panorama en el que parece que el único camino posible es pagar cada vez más por lo mismo.
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