En estas últimas semanas, pensaba que en las elecciones municipales, autonómicas y europeas el que peligraba era realmente Pablo Casado. No las tengo todas conmigo a la larga, la verdad, aunque haya rebajado considerablemente la presión. Creo que no termina de convencer. Lo que nunca fui capaz de predecir es que la gran torta de la noche se la iba a llevar el otro Pablo. Tampoco su dimensión. Madre mía, Iglesias.

En primer lugar, hay que decir que todo parece indicar que Manuela Carmena no repetirá como alcaldesa de Madrid por culpa de la división de la izquierda y la irresponsable decisión del líder de Podemos, apoyando a otro candidato por el simple hecho de que ella quiso ser libre y no aceptó las imposiciones de quien, al parecer, sólo confía en aquellos que le rinden pleitesía. Por otro lado, Íñigo Errejón ha sacado un resultado más que digno y muy por encima de Podemos en la Comunidad. La candidata de Iglesias ha quedado última, por debajo de VOX. O sea, un desastre.

La estrategia de Errejón siempre ha sido la de mostrar una cara más amable y últimamente, llevar la contraria a Iglesias en todo; desde rechazar la “alerta antifascista” tras la irrupción de VOX en Andalucía, hasta defender a Amancio Ortega de las críticas en manada por sus donaciones a la sanidad pública. Espaldarazo a sus tesis, sin duda.

Por último, de los llamados ayuntamientos del cambio, Podemos solo mantiene claramente Cádiz y encima, se presentaban con otra marca. Cómo olvidar las críticas de Kichi a la compra del chalé de Galapagar. Sinceramente, Iglesias debería hacérselo mirar y sobre todo, sería recomendable un poco más de autocrítica que después de las generales. Su autoridad ya no es la que era. Y ojo, porque pierde mucho fuelle a la hora de plantearle exigencias a Pedro Sánchez en la configuración del gobierno central.

Por lo que se refiere al otro Pablo, a Casado, creo que salva los muebles contra todo pronóstico. Quizá no sea ya tan urgente para él la renovación de su equipo. No tiene que colgarle el muerto a nadie. El PP ha perdido muchos votos, ciertamente, pero consigue imponerse con pactos en Madrid y mantiene algunas otras plazas, como Málaga.

Y lo que es más importante: Ciudadanos ha quedado por debajo de las expectativas generadas por ellos mismos. Han subido, sí, pero a Albert Rivera se le complica el relato sobre quién es el líder de la oposición. Lo peor para PP y Ciudadanos va a ser la foto con VOX (la ultraderecha, según Casado) en tantos lugares de España.

El partido de Santiago Abascal tendrá muchas llaves. Y el PSOE, por último, sigue con su particular idilio con los votantes. Le ha ido bien. Podría haberle ido aún mejor, claro. De hecho, algunas apuestas personales de Sánchez, como Pepu Hernández, han sido un fiasco. Además, ahora tiene barones muy fuertes, que pueden sentirse legitimados para ser, con Ferraz, todavía más incómodos que antes. En todo caso, la capacidad estratégica del líder del PSOE ha sido y es digna de estudio.