“La señorita es una persona a la que le gustaba la vida social”.

Este es el argumento que ha dado el abogado defensor de uno de los detenidos por la presunta violación grupal el pasado domingo a una chica en Perú.

Esto es, ni más ni menos, justicia patriarcal: culpar a la víctima de la violencia machista.

Usar la reputación, la estima social, de las mujeres en su contra.

Para sembrar la duda de si, por ser una «mala» mujer, no se ha ganado lo que le ha pasado.

Haciendo recaer la responsabilidad de la violencia sexual recibida por las mujeres en las propias mujeres.

Si opuso la suficiente resistencia.

Si cerró las piernas.

Si después tuvo el «comportamiento» de una mujer violada sin hacer vida normal.

Si eso no era un jolgorio.

Si qué hacía de noche, borracha y sola.

Si le gustaba la vida social.

Resulta que si eres mujer no te puede gustar la vida porque si te gusta la vida y te violan es porque te lo merecías.

El mensaje que se lanza una y otra vez es el de que ellas estarían mejor en casa.

Recluidas en el ámbito doméstico.

A salvo.

El mensaje que se trata de imponer es el de que el placer y el disfrute de las mujeres siempre pueden traer aparejado un castigo.

Sembrar el miedo y el terror.

Para limitar la libertad de las mujeres.

Además no encontramos estos razonamientos en otros tipos de delitos.

A nadie se le ocurriría justificar que te han robado el móvil porque te gusta salir con él a la calle.

Todos los juicios irían hacia la persona que te robó y no hacia ti por tener un móvil.

Pues no haberlo tenido y no haberlo sacado al exterior.

Eso mismo es lo que se hace con los cuerpos de las mujeres.

Ese es el aviso: pues no haber tenido un cuerpo y no haberlo sacado al exterior.

Este tipo de argumentos dados es algo que debería crear indignación en toda la sociedad y no solo en las mujeres.

Es algo que interpela e incumbe a todas las personas.

¿Dónde están los hombres pidiendo que no se culpe a las mujeres de la violencia sexual que sufren?

Porque nosotros sí que tenemos el privilegio de que no se nos juzgue por nuestro «gusto» por la vida social.

Porque si a un hombre le gusta la fiesta es un fiestero.

Un canallita con carisma.

Pero si a una mujer le gusta la fiesta es una mujer de «baja calidad».

Una zorra.

Menos llamar a las mujeres «señoritas» y más respeto de verdad.

Ese que pasa por no usar la intimidad, los deseos o los hábitos de las mujeres.

Como arma arrojadiza contra su honor.

Ese que pasa por construir un mundo en el que todo, incluido la justicia, sea un lugar en el que ser mujer no sea un riesgo mayor.

Que el de ser hombre.