Parece que las personas desean ser otras.

Tener una cara distinta.

Arrasar con sus facciones.

Esas que se formaron en los vientres de las madres.

Que han ido acumulando el paso de nuestras vidas.

Esas que son una herencia de otras personas que un día se irán.

La nariz que se curva como la de la abuela, fuera.

Las orejas que sobresalen como las de mi padre, fuera.

Los labios parecidos a los de mi hermana, fuera.

Ponme la cara de este desconocido al que tanta gente admira.

Cópiame su rostro en mi rostro.

Bórrame a mí, mi raíz, mi origen.

Hazme olvidar de dónde vengo y qué fui.

Parece que las personan quieren conseguir un cuerpo diferente.

Menos muslos, más hombros, menos caderas.

Más piernas, menos barriga, más culo.

Diseñando a todos los seres humanos de la misma manera.

Poniendo en valor un único tipo de cuerpo alcanzable.

Una única idea de la belleza.

De lo que pone, de lo que hay que tener para gustar a los demás.

Un imposible, lo único, establecido como meta.

La frustración hecha rutina.

Filtros y más filtros que nos deforman como en un espejo de feria.

Que hacen que la realidad se vuelva incómoda.

Que pensemos que si algo no está “producido” entonces no es hermoso.

Que veamos fallos, defectos, donde lo único que hay es vida.

Sí, vida.

Porque uno no contempla un día un la vida de un barranco, de una encina o un búho.

Y dice: necesita cambiar.

Voy a hacer el barranco más fino, a la encina más alta y al búho con más plumas.

Aceptamos que es así, que así está bien y que es bello porque está aquí.

Porque permanece y forma parte del mundo.

Parece que a las personas no nos basta con formar parte del mundo.

Con tener las venas llenas de sangre.

Con el oxígeno.

Parece que tenemos que odiarnos a nosotros mismos y a los demás.

Porque ese odio hace a otros más ricos.

Imagina que un día los seres humanos dejamos de querer otra cara u otro cuerpo.

Que nos conformamos con lo que somos.

Qué alivio y qué paz.

No tener que ser guapos o guapas bajo prescripción.

No tener esa obligación.

Descansar de buscar la mejor versión.

Porque resulta esta versión que somos.

Es suficiente.