Ha dicho Javier Ortega Smith, el portavoz de Vox en el Ayuntamiento de Madrid, que el belén instalado en la plaza Sant Jaume de Barcelona es como la alcaldesa de Ada Colau.

Una cosa deslavazada, sin buen gusto ni sentido común, sin el menor cariño estético.

Eso que ha hecho Ortega Smith es justamente lo que hacen los cobardes: atacar al físico, a la indumentaria o al estilo de vida de las mujeres.

Como si a los hombres sus opiniones sobre cómo las mujeres se producen en el mundo les confirieran algún tipo de ridículo poder sobre ellas.

Francamente, querido, nos importa un bledo lo que te parezca el aspecto de Ada Colau.

Las mujeres no están forzadas a la belleza.

No están obligadas por contrato vital a cumplir con una idea normativa de lo hermoso.

Los cuerpos y los rostros que disienten del atractivo hegemónico no son ilegales ni tampoco inmorales.

De hecho su propia existencia, como todo lo que es plural en la vida, es ya motivo de celebración.

No tiene que venir ningún hombre a llamarlas feas.

Ni a insultarlas.

Ni a increparlas.

He de decirle que yo difiero con usted, Sr. Ortega Smith, con su apreciación sobre Ada Colau.

Y no, no es una cuestión de gustos.

Para mí Ada es objetivamente guapa.

Le voy a decir lo que es de guapas.

Ser la primera alcaldesa de Barcelona es de guapas.

Porque ahora las niñas también pueden soñar con ser alcaldesas.

Poner el cuerpo para proteger a una familia sin recursos que va a ser desahuciada de su casa es de guapas.

Parar desahucios es de guapas.

Visibilizar la bisexualidad es de guapas.

Ser feminista y crear una concejalía de feminismos y LGTBI es de guapas.

Crear espacios contra agresiones machistas en el ocio nocturno es de guapas.

Ser "Pro gay" como la gran Rocío Jurado es de guapas.

Proporcionar un dentista municipal es de guapas.

Hacer frente a la emergencia climática es de guapas.

Reunirse con los vecinos es de guapas.

Lo que es de feas sin ningún tipo de discusión es ser un maleducado, Sr. Ortega Smith.

Porque usted irá como un pincel y muy bien peinado y con un traje que le habrá planchado alguien que probablemente (y por desgracia) sea una mujer.

Pero es usted un grosero sin ningún tipo de educación.

No tiene usted vergüenza.

Y no sabe lo que es el respeto.

Ya le he enumerado lo que ha hecho Ada Colau con su trabajo y ahora le pregunto yo: ¿Qué ha hecho usted por las mujeres Sr. Ortega Smith?

Aparte de girarle la cara a una víctima de violencia de género después de negar que esta exista y de dedicarse a soltar improperios sobre ellas por su boca, claro está.

Sin embargo hay algo en lo que sí coincido con usted y es en que el belén de la plaza Sant Jaume es como Ada.

Porque donde usted ve unas cajas de cartón espantosas.

Yo veo recuerdos.

Para mí, la Navidad, tiene que ver con esos habitáculos que la memoria es capaz de iluminar.

La mancha en el mantel, la cola del perro que se acerca demasiado a la estufa, la pandereta a destiempo, los adornos por los que parece no pasar el tiempo, el calendario con una sola hoja, la abuela que ya no está.

Para mí la Navidad tiene la capacidad de hacer que aquello que parecía particular e intrascendente se convierta en significativo.

Como ese belén que es un homenaje a la imaginación, a cuando construíamos hogares para nuestros juguetes con un palo y dos mantas o tres servilletas.

Un belén que nos recuerda el milagro de lo común.

Y si hay algo que ha procurado no olvidar Ada Colau.

Es quién es.

Y por qué está aquí.