Esta semana Lola (Marta Mencía, exconcursante de La Isla de la Tentaciones) contaba cómo le había afectado el linchamiento mediático al que vio sometida durante su participación en el reality show.

Mientras duró la emisión del programa lo que podías leer continuamente en redes sociales era su nombre junto a la palabra puta, hija de puta, zorra o cerda.

Así durante dos meses. Sesenta días de insultos continuados.

Además, Lola, relataba que le llegaban mensajes deseándole la muerte, invitándola a quitarse la vida y a suicidarse porque no podía haber en el mundo una persona más mala que ella.

¿Su pecado? Ser infiel a su novio con otro chico.

Lola reconocía que, evidentemente, todo esto había dañado su salud mental. Llegando a creerse que se merecía todo el hate que recibía.

Cayó en una depresión y solo fue con ayuda de terapia cómo consiguió salir de ahí.

Tiene 24 años.

Esto debería llevarnos a hacer una profunda reflexión sobre el odio en Internet.

¿Cómo somos capaces de pedirle a las personas pequeñas que no hagan daño a otras personas y nosotros somos incapaces de tratarnos bien?

Debería darnos vergüenza denunciar el bullying y luego ver lo que hacemos las personas en nuestras redes sociales.

Cómo cogemos las palabras, las juntamos e intentamos destruir al otro para llevarnos un aplauso.

¿De verdad en esto nos hemos convertido?

Y resulta que cuando pides buenos tratos.

Cuando hablas de amabilidad y de ternura y de la elección que supone en qué términos nos dirigimos a los demás.

Resulta que es libertad de expresión.

Que eres un buenista en un sentido negativo.

Hay que joderse.

¿De verdad el odio no debe tener ningún límite humano?

No veo nunca a nadie pidiendo libertad de expresión para decir cosas buenas de los demás.

Siempre para cagarse en ellos.

Un vertedero de mierda.

Ayer fue Lola pero mañana puedes ser tú o cualquiera.

Por cualquier fallo que cometas.

O porque sí, porque hoy te tocó a ti, porque siempre hay alguien a quien señalar para exculparnos.

Siempre alguien que falla para quedarnos nosotros a salvo.

En Internet no se puede cambiar de opinión ni tampoco tener un error.

No se puede debatir porque nadie quiere escuchar.

Todo el mundo quiere ganar.

Ser el más listo hiriendo lo más rápido.

El más mordaz odiando para ser jaleado e imitado porque odiar es de listos.

Pero no es verdad.

Odiar es de imbéciles.

Porque mira tú el poquito tiempo que pasamos aquí.

Como para pasarnos este suspiro jodiendo la vida a los demás.

Haciendo que lloren, que lo pasen mal o que sufran depresiones.

Total, es solo un tuit, es solo mi opinión y te tienes que aguantar.

¿De verdad no podemos hacerlo mejor?