Entre los hombres existe una especie de diálogo invisible.

Una conversación continua que se desarrolla en silencio y que utiliza a las mujeres (y sus cuerpos) para mandarse mensajes entre ellos.

Así comparten sus "conquistas" como trofeos de su hombría.

Lo hacen en público (a la vista de otros hombres) para ver reforzada su masculinidad.

El relato es siempre el mismo: mira lo que conseguí que me hiciera porque soy un máquina o mira lo que conseguí que se dejara hacer porque soy aún más máquina.

Ellas dan absolutamente igual.

Como si las mujeres no tuvieran deseos propios, como si nunca pudieran elegir nada, como si fueran cosas, como si su existencia dependiera únicamente de la eterna mirada de ellos.

Todo gira en torno a los logros masculinos y a una especie de ginkana eterna de la virilidad.

En la que se suelen pasar la voluntad de las mujeres por el forro.

Así los hombres no suelen aceptar a la primera una negativa que provenga de una mujer.

Si intentan ligar y ella les dice que no, ellos suelen insistir.

Una y otra vez y otra y otra.

Les da igual incomodar o molestar o resultar pesados.

Ellos creen que tienen ese derecho sobre las mujeres.

Un derecho a intentar meter ficha a toda costa.

No deja de ser significativo que la mayoría de las mujeres tengan que inventarse que tienen novio para que los tíos las dejen en paz.

Es decir: tiene que aparecer otro hombre para que ellos acepten la decisión de las mujeres.

Porque respetan más algo "de" otro hombre que la voluntad de las propias mujeres.

Lo mismo sucede cuando las mujeres caminan por la calle.

Si no van acompañadas de un hombre, los demás hombres sienten que tienen la potestad de decirles algo.

De interrumpir su espacio e invadir su intimidad para dejarles constancia de la opinión que tienen de su belleza.

Pero si van con un hombre, entonces silencio.

Entonces no se atreven porque esa mujer ya "pertenece" a ese otro.

Y pobre de la que responda a ese piropo no pedido.

Porque entonces pasará del guapa al fea en un segundo.

Pasará de ser halagada a insultada.

Porque las mujeres han de estar agradecidas ya que lo que los hombres "opinen" de ellas las construye y también las destruye.

Existe un acuerdo tácito entre los hombres.

Que supone usar como excusa a las mujeres para medir su ego.

Estaría bien que los hombres reflexionaran sobre qué hacen y por qué.

Sobre si sus actos son autónomos.

O vienen determinados por esa pleitesía hacia lo masculino.

Que les impide ser verdaderamente libres.

Estaría bien que los hombres dejaran de buscar el reconocimiento de los demás hombres.

Utilizando a las mujeres.

Porque las mujeres no existen "para" los hombres.

No son objetos que puedan ser compartidos.

No son metas, ni condecoraciones.

Y sobre todo no son.

Para que los hombres sean "más" hombres.