El reencuentro los protagonistas de la serie 'Friends' después de 17 años se presentaba como una oportunidad más bien alegre de revisitar esa memoria colectiva.

Y sin embargo esta reunión ha sido más melancólica, triste y oscura de lo que podía pensarse.

Algo casi tenebroso.

Porque el tiempo, evidentemente, ha pasado.

Para ellos de manera distinta que para ellas, claro.

Ellos con la posibilidad de envejecer «mal» y ellas en la obligación de hacerlo «bien».

Ellos libres, ellas en la tiranía de la inmutabilidad obediente.

Ellos en movimiento, ellas fotos fijas para el recuerdo.

Ellos bestias, ellas bellas.

Pero más allá de un asunto meramente estético, está la propia experiencia al volver a un sitio que ya no eres.

Este reencuentro supone para nosotros los espectadores tener que mirar de manera inevitable hacia nuestras propias amistades, nuestros vínculos y existencias.

Esto está lleno de promesas rotas.

Porque 'Friends' nos prometió una amistad romántica de ensueño.

Un cuento en el que los amigos y las amigas estarían ahí para nosotros.

Pero no era verdad.

Hay amigos que encontraron pareja y desaparecieron.

Nunca más.

Hay amigas que se fueron tan lejos como la muerte.

Hay gente que creíamos que serían para siempre.

Y fueron tan solo para un rato.

Incluso a veces con los que no pudieron contar fue con nosotros porque pasamos.

Esto ha sido una estafa, la verdad.

Ahora que podemos contar las cosas de 20 en 20 años.

Que comprobamos que la mayoría no nos fuimos a vivir a Australia con nuestras amistades.

Que de hecho cada vez nos cuesta más vernos.

A ver si quedamos.

Hoy no puedo, el viernes peluquería, el domingo de comida familiar.

La semana que viene imposible, curro máximo.

Ahora que sabemos a ciencia cierta que hay cosas que no haremos.

Y lo peor de todo: que no queremos hacer.

Nos queda repetir estos episodios con risas de fondo.

La vida nunca fue tan graciosa.

Tampoco tan sencilla.

No todo se arregló.

No todo permaneció.

No todo es bonito.

Puede que esto y no otra cosa sea hacerse mayor.

Aceptar que tal vez las cosas no sean de la manera que deseábamos.

Y aún así, de alguna manera.

Seguir celebrándonos.