Hace unos meses, una chica de 16 años dio a luz a escondidas en un hostal de L'Hospitalet de Llobregat.

Lo hizo a solas, con la única compañía de su novio, de también 16 años.

El chico cogió al bebé recién nacido y lo metió en una maleta que tiró al río Bèsos.

Nadie sabía que estaba embarazada, salvo la institución a la que ella acudió antes del tercer mes de embarazo para pedir que, por favor, la ayudaran a interrumpir el embarazo.

Le dijeron que sin la autorización de sus progenitores no podía hacerlo.

Esto, debido a la aplicación de la reforma que llevó a cabo el gobierno del PP de Mariano Rajoy de la Ley de salud sexual y reproductiva de Zapatero, que exige que las menores han de contar con el consentimiento adulto para abortar.

El Estado no está para tutelar los cuerpos.

No está para infantilizar a las mujeres y tratarlas con condescendencia como si fueran estúpidas.

El Estado está para velar por la salud pública y proporcionar libertades.

No para perpetuar el miedo o el estigma.

Ningún ser humano, ni siquiera tu padre o tu madre, tiene el derecho a obligarte a ser madre si no quieres serlo.

Tu padre no puede forzarte a ser quien no eres.

Tu madre no puede imponerte su idea sobre el mundo.

Tu cuerpo es tuyo y de nadie más.

Lo que no puede ser es que no desees ser madre y lo seas.

Eso es lo que no puede permitirse en ningún caso.

La interrupción voluntaria del embarazo ha de ser legal, gratuita y segura.

Para todas las mujeres.

Porque si no es así, si dicha interrupción de criminaliza, se coloca en la ilegalidad, se proporciona solo a la gente que tiene recursos económicos, lo único que se conseguirá es que las mujeres sigan abortando, pero lo hagan con riesgo para sus vidas porque se hará en la clandestinidad.

Si no es así, tendremos a una chica de 16 años, muerta de miedo reverencial por la amenaza velada de enfado de sus progenitores, en un hostal y a un chico "escondiendo" la prueba de ese "pecado".

¿De verdad este es el escenario que queremos para nuestras hijas?

Por eso es tan importante la reforma que ha dicho que va a llevar el actual Ministerio de Igualdad de la Ley de salud sexual y reproductiva para eliminar (como hizo la de Zapatero) la exigencia del permiso para que las menores puedan interrumpir el embarazo.

Porque lo que hace es respetar la decisión de las mujeres.

Lo que hace es concederles ese derecho inalienable sobre sus propios cuerpos y sobre las existencias que desean llevar.

Algo tan necesario como la educación afectivo-sexual que debería estar presente desde el principio y siempre en todos los hogares y centros de enseñanza.

Por eso, educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir.

Y además aborto libre de chantajes morales o autorizaciones paternas.

Este es el país que necesitamos y el futuro que merecemos.

Uno en el que la maternidad sea siempre elegida.

Y en el que las mujeres puedan tomar la decisión.

De cuándo, cómo o con quién ser madres.

O no serlo.