Esta es la reciente campaña del Ministerio de Sanidad para promover el uso de preservativos.

Y lo que Ignacio Garriga, diputado de Vox, ha dicho en Twitter al respecto es lo siguiente:

"El Ministerio de Sanidad se dedica a regalar preservativos en un festival de música. La campaña #SiemprePreservativo es ridícula y lejos de educar, fomenta las relaciones sexuales. Prefiero fomentar en jóvenes el respeto, la espera, la entrega, la generosidad: el

AMOR verdadero".

Habría que preguntarse si el Sr. Garriga ha tenido que conseguir el condensador de fluzo para regresar al futuro con un DeLorean y trasladarse desde el año 5 a.C, donde parece que vive, para escribir este tuit.

Regalar preservativos no supone el fomento de nada.

Supone la protección de algo muy importante.

En concreto, la salud de las personas.

A eso se dedica, entre otras, cosas el Ministerio de Sanidad.

Y no te dan un preservativo en un festival y sobre la marcha te lo pones y entre la multitud buscas a una persona a la que invitar al fornicio y con la que utilizarlo.

Los preservativos no son chupitos de tequila.

Que te proporcionen un método de protección no te da ganas de follar.

Cuando tienes ganas has de saber (y tener) algo con lo que protegerte y proteger.

Siempre.

Pero claro, mejor que no hablemos de ello, ¿no?

Mejor no avisar de las consecuencias de algo que hacemos todos y todas porque para qué.

Si el sexo es una auténtica cochinada, ¿no?

Igual el Sr. Garriga prefiere que su hijo contraiga una ETS o que su hija se quede embarazada sin desearlo o que su hijo deje embarazada a una chica y su hija contraiga una ETS.

Ah, no, la solución es que esperen.

¿Y si no esperan? ¿Mejor que tengan un preservativo o que no?

Produce bastante tristeza que el Sr. Garriga, con la edad que tiene ya, no se haya enterado todavía de que el respeto, la entrega y la generosidad no son cuestiones privativas del AMOR verdadero como él lo llama.

Que en el SEXO verdadero también existe respeto, entrega y generosidad.

Que no hay absolutamente nada malo en el placer.

Nada pecaminoso, ni sucio, ni nada que ocultar.

De hecho lo que hay es todo lo contrario: el brillo de la existencia.

Me gustaría decirle al Sr. Garriga que mi madre repartía preservativos en mano en los festivales.

Lo hacía porque ella era seropositiva.

Y sabía muy bien lo que era fundamental.

Lo hacía por AMOR verdadero a la gente.

Para que el futuro de esa gente que estaba en el festival fuera, tal vez, un lugar mejor que el presente que ella estaba viviendo.

Lo hacía generosamente porque creía en la vida.

Y en la libertad de vivirla.

Porque déjeme decirle Sr. Garriga que cuando alguien se dedica a regalar preservativos.

Lo que está haciendo es confiar en la existencia ajena.

Es entregar una posibilidad a los demás.

Una en la que no hay que avergonzarse por disfrutar.

Una en la que lo que hay es que cuidar.

Porque de eso trata todo.

De cuidarnos y cuidar.

Eso es lo que hay que fomentar en los jóvenes.

Y nada más.