'Los buenos artistas copian, los grandes roban'. Esta frase que la atribuyen a Picasso refleja cómo a lo largo de la historia las mentes más creativas se han inspirado en los logros de sus predecesores. Y lo que le hizo Goya a El Bosco, más que inspiración, directamente fue un grandioso robo.

En 'El carro de Heno' hay un hombre tirado en el suelo al que están degollando. El artista decide pintarle con los brazos abiertos en una postura antinatural, muy forzada. Se trata de un recurso expresivo que ayuda a darle más dramatismo a la escena. Parece como si al hombre, al caer violentamente, se le hubieran desencajado las extremidades.

Siglos después, Goya decide copiarle en su conocido cuadro de 'Los fusilamientos'. Representa a dos de las figuras principales con la misma postura. En el vídeo podéis ver la comparación frente a frente. Un ejemplo más de que, a veces, los robos son maravillosos.